"La alegría del corazón, ésta es la vida del hombre y un tesoro inexhausto de santidad" (Ecli. 30,23)
miércoles, 26 de febrero de 2014
PINTORES RUSOS CONTEMPORÁNEOS
sábado, 1 de febrero de 2014
TECNICA O ESPIRITU – MONS. TIHAMER TOTH
Segunda
Parte Génesis I, 26-28 – “VENGA A NOS EL TU REINO”, CAP.
IX
Hay una contradicción misteriosa en la vida del hombre, que
le atenacea. Cada vez que ha intentado perfeccionar su existencia terrena,
sólo consiguió, al final, perjudicarla y empobrecerla. Cada uno de los descubrimientos,
cada uno de los inventos, en materia mecánica o financiera, se convierte, a la
postre, en un nuevo obstáculo, en una nueva cadena, en un nuevo motivo de
inquietud. Cada deseo satisfecho, crea nuevas necesidades.
Hemos alcanzado mayor precisión en nuestros cálculos. Hemos
ahondado en las investigaciones científicas, y simultáneamente, nos tornamos
detallistas, presuntuosos e incapaces de alcanzar pensamientos de alto vuelo.
El hombre moderno es un millonario en el campo de la
ciencia; y un miserable en el terreno de la sabiduría. Posee la técnica,
carece de moral. Está sepultado en telas lujosas, no conoce la felicidad. Vive
en el confort, se desespera en la intranquilidad. Los pueblos apartados, son
vecinos en la distancia; se alejan e ignoran en el espíritu.
Una vez más se cumple la tragedia de Prometeo. Aparece en
la mitología como iniciando la primera civilización, después de haber robado
fuego del cielo. Porque carecía de una elemental delicadeza, porque era despiadado,
sus mejores deseos se frustraron, y clavado en el Cáucaso por orden de Júpiter,
vio su hígado devorado por los buitres.
Dios ha permitido al hombre, más aún le ha encomendado, el
dominio de los elementos. Pero error fatal es envanecerse de ello. Nunca
debiéramos olvidar que la conducción de las fuerzas naturales, sólo importa por
parte del hombre su administración, ya que su dueño es solamente Dios.
A veces lo olvidamos, y entonces el torrente avasallador
que se desprende de una montaña, los vómitos de lava de un volcán, las aguas
que se agitan en furiosa inundación, el rayo que zigzaguea en el cielo y
fulmina cuanto nos rodea, el terremoto que hunde la tierra bajo nuestros pies,
nos vuelve a la realidad. Los ataúdes de millares de víctimas, nos recuerdan
otra vez, que no poseemos la tierra, que sólo la habitamos por la generosidad
de su único y verdadero dueño absoluto.
Son reflexiones que tratamos en el capítulo anterior, y que
continuaremos en éste. El reino del hombre, desprendido del reino de Dios,
carece de valor.
Vamos a considerar estos tres asuntos.
I. — Nuestra credulidad en la suficiencia de la técnica.
II. — Errónea identificación de la técnica con la cultura.
III. — El espíritu de la cultura, radica en la cultura del
espíritu.
I
NUESTRA
CREDULIDAD EN LA SUFICIENCIA DE LA TECNICA
Miscelánea
Abbot Fuller
Henry Edward Tozer
Abbot Fuller
Henry Edward Tozer
Alfred Provis
Ferenc Ujvary
Gyula Zorkoczy
Morgan Westling
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