Alma, un poquito más. Esta subida
sube un instante, y dejará de serlo.
Después hay otra. Sí. ¿Por qué temerlo?
Así, pobre alma mía ensombrecida.
Así, pobre alma débil, es la vida.
¡No te puedes quejar de no saberlo!
¡Tiempo no te faltó de conocerlo,
con tanto golpe y tanta sacudida!
Pues la filosofía y sus razones
calmar intentan tu dolor en vano,
y el que dan los amigos corazones
es consuelo falaz; al fin, humano.
Y vas cieguita y dando tropezones,
sin que nadie te lleve de la mano...
P. Leonardo Castellani
(En Las
muertes del Padre Metri)