que tengo
regaladas cada día
las que me
indican que hay en la vida
una sublime y
bella perspectiva.
Hay horizontes
que atraen la mirada
si busco con
mis ojos en mi alma,
donde Cristo
con su ardor me inflama
el corazón que
le contempla y ama.
Él me dice: “La
sencillez es todo”,
allí está la
madurez del retoño.
Ser santo es
conocer que uno es lodo
y no abatirse
ni perder el modo.
La limpidez de
la mirada simple
del pecado la
tristeza percibe,
mas el odio no
se vuelca en el triste
pues ama el
alma que salvar persigue.
Si quieres ser
sabio hazte pequeño
y no te
inflames con un grave anhelo.
Cultiva este
constante deseo:
que se haga lo que dice el Padrenuestro.
Mira bien el
arrebol del ocaso,
es simple y no
por repetido vano.
No busques del
sol el brillo ufano:
deja que Dios
te lleve de la mano.
Entonces
sonreirás día tras día
aun cuando
oscura aparezca la vida.
Tu alma simple
escuchará complacida:
tendrás la
mejor parte con María.