La
belleza del mundo me ha entristecido.
Esta
belleza que pasará.
A veces
mi corazón se ha sacudido con gran alegría
al ver
una ardilla saltar en un árbol,
o una
mariquita roja sobre un tallo.
O
pequeños conejos en un campo al atardecer,
iluminado
por un sol oblicuo.
O
alguna colina verde, donde las sombras se amontonan,
alguna
colina tranquila,
donde
un montañés ha sembrado, y pronto cosechará,
cerca
de las puertas del Cielo.
O
pequeños niños con los pies descalzos
sobre
las arenas de alguna bajamar,
o
jugando en las calles
de los
pueblitos de Connacht.
Cosas jóvenes y felices.
Y
entonces mi corazón me ha dicho:
Esas
cosas pasarán,
pasarán
y cambiarán,
morirán
y ya no serán más.
Cosas
brillantes, y verdes.
Cosas
jóvenes, y felices.
Y he
seguido mi camino, apenado.
Pádraig Pearse