“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

martes, 23 de marzo de 2010

EL TIEMPO ELEMENTAL Y NATURAL


El mundo de los relojes y de los enchufes es el mundo de los hombres pobres de tiempo, de los hombres que no tienen tiempo. Estamos obligados a vivir en ese mundo, mas no deberíamos llevarlo a espacios que pierden su sentido cuando en ellos domina la escasez de tiempo. Esto rige para todos aquellos espacios que están dedicados al ocio y a la devoción. Hasta qué punto se ha perdido el sentido de esas cosas lo vemos en las iglesias; no sólo están construidas en el estilo de las máquinas, sino también amuebladas en ese mismo estilo. En ellas no puede habitar la salvación. Las viejas catedrales, que, visibles a gran distancia, señalaban y anunciaban el tiempo, no tenían relojes dentro. El hecho de que con ellas armonicen mejor los relojes de arena tiene su justificación.

Al contemplar los relojes de ruedas hemos contemplado el tiempo mecánico y abstracto, y al contemplar los relojes de arena, el tiempo elemental y natural. En él hay una recreación mayor y un goce más libre. Es el tiempo del ocio y de todas las actividades superiores, un tiempo humano, mesurado. Y ese tiempo nos conduce a la vez hasta la puerta de los jardines intemporales en los que ningún reloj da las horas.

Ernst Jünger, El libro del reloj de arena