“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

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sábado, 6 de febrero de 2010

FLOR ESCONDIDA


Florcita roja, flor pequeñita,
escondida en un rincón del valle,
te dejas ver sólo por quien no grita,
si quiero verte es mejor que calle.
Florcita roja, flor que se descubre
por un sendero desconocido,
acaso no sabré nunca tu nombre,
de ti me acordaré cuando me haya ido.

F. M.

ROSITA DE LA MALEZA



Un niño ve una rosita,
rosita de la maleza,
muy juvenil y lozana;
por verla se precipita,
extasiado la contempla.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
Dice el niño: He de cortarte,
rosita de la maleza.
Dice luego la rosita:
Te clavaré mis espinas,
y yo no sufriré penas.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
Y corta el loco pillete
la rosa de la maleza.
La rosita grita, hiere,
mas sus ayes nada pueden,
y se resigna por fuerza.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.

J. W. Goethe
(Traducción de Ángel J. Battistessa)

jueves, 17 de diciembre de 2009

LAS FLORES


Las flores siempre han encantado a las personas religiosas. Ellas ven en las flores, como en todo lo que es bello, el resplandor de la Verdad. Santa Teresa de Lisieux decía que la flor era la sonrisa de Dios y, acariciándola, Santa Teresa de Ávila exclamaba: “Bendito sea el que te ha creado”. Ana Catalina Emmerich, a quien “todas las formas, todos los colores, y hasta las nervaduras de las hojas inspiran profundos pensamientos”, como decía ella misma, creía que “cuando las flores se marchitan, Dios retoma los colores y el perfume que les había dado”.


Guillermo Gueydan de Roussel – El sentido humano y cristiano del campo, “El verbo y el Anticristo”, Ediciones Gladius, 1993.