“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

jueves, 11 de febrero de 2010

SI PUEDES VACIARTE ENTERAMENTE DE TI...

Si puedes vaciarte enteramente de ti
Como una ostra deshabitada,
Entonces puede Él hallarte en el océano
Y decir: “Muerto no está”,
Y llenarte de Sí Mismo.
Pero, tú estás repleto ya de tu ser
Y tienes una actividad tan descarriada
Que cuando Él llega, ha de decir:
“Tiene bastante consigo, es mejor dejarlo
tan pequeño y saturado, no hay lugar para Mí”.

T. E. Brown

UN SECRETO


Me lo ha contado una flor
esta tarde soleada,
es un secreto de amor
que me dijo muy callada.

Nadie más que yo lo sabe
sólo yo lo he descubierto,
es pequeño como un ave
que se fuga a cielo abierto.

Es un secreto visible
para aquel que ama a Dios,
comprarlo es imposible
se adquiere sufriendo un dolor.

Su perfume me abraza
sin herir mi imaginación,
lo bello no pide nada
nada más que el buen amor.

Penas abarcan su cielo
precioso que cabe en la flor,
su voz susurra un anhelo
que se alza callado hacia Dios.


F. M.

AMANECER

Escondido en un rincón
de mi cuarto hay un recuerdo,
estará en algún cajón
o dentro de algún cuaderno.

De vez en cuando lo encuentro
cuando me asalta una emoción,
como helada del invierno
que estremece mi corazón.

No se trata de una canción
que evoque un sentimiento,
no son palabras de amor,
sin decires me atormento.

Surge en algún momento
en que oculto como el sol
que no entra en mi aposento
me derrumba en mi sillón.

El silencio en mi habitación
parece el de un desierto,
aunque me llegue el rumor
de algún pájaro despierto.

Describir el desconcierto
encerrado en mi postración
es como dar un concierto
a quien no asistió a la función.

Palabras agrego al dolor
que me mantiene despierto,
en esas noches sin calor
ni luna en mi cielo yermo.

La nota cual grifo abierto
insiste en su ejecución,
pero algo en mi pensamiento
desea otra ablución.

Con el alba hace aparición
en mi cielo de tormento,
de mis labios una oración
que es en mi alma un ungüento.

Se diluye mi recuerdo
de amargura y frustración
al recordar que enfermo
más cerca tengo al Señor.

No sé cómo, desolación
te alejas con mi recuerdo,
como cambia la estación
y la flor sigue al invierno.

Será que miro a lo eterno
y no atiendo a simulación,
y me ofrezco todo entero
al corazón de mi buen Dios.

F. M.

NIÑOS


“Ante vuestra mesa de trabajo y en la soledad en que Dios habla al corazón, deberíais escuchar como escucha el niño y escribir como el niño habla. El niño es sencillo y despejado, porque no tiene aun voluntad propia, criterio, deseos ficticios, pasiones. A su inocente confianza y a su palabra abierta se une un poderoso interés. Un hombre maduro y lleno de experiencia que supera sin embargo conservar ese candor sería un hermoso receptáculo de la verdad y su voz resonaría en lo íntimo de las almas”.

A. D. Sertillanges

LOS BOSQUES


“Los bosques muy rara vez son lúgubres. Nuestras almas tienen que estar ya invadidas por la lobreguez para recibir una impresión triste del bosque. Y lo que ni siquiera la lluvia persistente logra tornar lóbrego, es precisamente el bosque, o bien lobreguece absolutamente todo. Al atardecer, ¡qué magníficos son en ese momento los bosques! ¡Cuando por encima del verde oscuro de los árboles y praderas boscosas se ciernen las nubes de un rojo alto y un rojo profundo y el azul del cielo es de una profundidad tan peculiar! Soñar es entonces para el que contempla y el que llega, algo preestablecido desde hace mucho. Entonces el hombre ya nada encuentra hermoso, porque es demasiado hermoso para sus sentidos. Impotente y conmovido como está, más bien se deja entonces mirar por lo profundamente hermoso, que contemplarlo él mismo. Mirar es entonces un rol invertido, intercambiado. Pero mayor magnificencia muestran aun los bosques de mañana muy temprano, mucho antes que llegue el sol, cuando en el espacio todo es noche todavía, y sólo una luz tenue e inerte cae de lo alto, no luz propiamente, sino pura oscuridad, cansada e inánime. El bosque habla entonces un lenguaje sin sonido, sin respiración, sin forma, y todo es dulce y fría incomprensión.
Naturalmente, en verano los bosques son más hermosos, porque no les falta nada de todo el ornamento opulento e impetuoso. El otoño otorga a los bosques una atracción última, breve pero indescriptiblemente bella. El invierno, finalmente, no es por cierto propicio para los bosques, pero aun los bosques invernales conservan algo de hermosura. ¿Es que existe algo en la naturaleza que no sea hermoso?”.

Robert Walser – La composiciones de Fritz Kocher

EL CAMINO A TRAVES DE LOS BOSQUES


Cerraron el camino que cruzaba los bosques
hace setenta años.
El tiempo y la lluvia lo han deshecho otra vez,
ahora ya no podrías saber
que una vez hubo un camino a través de los bosques
antes de ser los árboles plantados.
Está debajo de los sotos y de los brezos
y de las anémonas delgadas.
Sólo el guarda ve
allí, donde los pichones aprenden a volar,
y los tejones escarban con más facilidad,
una vez hubo un camino a través de los bosques.

Sí, si entras en los bosques
del verano, al anochecer,
cuando el aire de la noche se enfría en los estanques de truchas
donde la nutria silba a su pareja,
(no temen al hombre en los bosques
porque se ven tan pocos).
Oirás los golpes de las uñas de un caballo,
y el chasquido de unas faldas en el rocío,
firmemente a medio galope a través
de la soledad, de la bruma,
como si perfectamente conocieran
el viejo camino través de los boques...
Pero no hay camino que cruce los bosques.

Rudyard Kipling

(Traducción de Luis Cremades)

BOTANICA FUNERARIA



Simbólica de la humildad

Si lo severo y lo solemne tienen su manifestación natural en la Botánica funeraria por medio de los árboles y plantaciones de cierta elevación especialmente rectilíneas (como las coníferas, los bojes, etc.), lo humilde se manifiesta en el Cementerio por medio de la yerba y de las florecitas.
El mundo de lo pequeño, el mundo de lo humilde, es si cabe en la Botánica funeraria de tanta importancia como el mundo de lo grandioso y de lo severo, puesto que en la verdadera tendencia religiosa debe sacrificarse constantemente todo lo que puede conducir al espíritu de orgullo. Por esta razón debe prestarse atención preferente a las plantaciones bajas a fin de que no puedan confundirse estas en ningún caso con las plantaciones de hortaliza ni con las de un parque de recreo.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria


Simbólica de la fuerza

La fuerza relacionada con la permanencia de la vida y con la robustez de la fe puede representarse en el Campo Santo principalmente por medio de la encina y del roble.
Ni uno ni otro de estos árboles deberán excluirse de intento, puesto que la encina simbolizaba la duración y estaba consagrada en lo antiguo a Diu Piter, es decir, a Dios Padre, y el roble por analogía de formas alcanzaba también la categoría de árbol venerando y profético.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria

LA ENCINA CAIDA


Donde estaba la sombra, allí, se expande
la encina muerta y ya no lucha, a tierra.
La gente dice: ¡cómo era de grande!

Cuelgan acá y acullá de su corona
todos los nidos de la primavera.
Dice la gente: ¡cómo era de buena!

Cada uno corta y alaba y en la nuca
Llevando un grave haz luego se va.
Queda en el aire...un llanto de curruca

que busca el nido que no encontrará.

Giovanni Pascoli

(Traducción de Leopoldo Di Leo)

LA FLOR DEL OLVIDO


¿En qué paraje te verán mis ojos?
¿Entre acacias y mirtos,
o en la escondida selva
de abetos y de pinos?

¿En la pendiente del fragoso monte,
entre cactus y riscos,
o a la musgosa orilla
de solitario río?

Yo, por mirarte, por beber tu aroma
iré de peregrino
al término del mundo,
al más remoto asilo.

En pos de ti, caminaré constante,
por desiertos abismos,
los días y los meses,
los años y los siglos.

Yo al encontrarte, arrullaré tus hojas
con besos y suspiros,
yo te daré en mi pecho
un inviolable nido.

Flor que a la herida de las almas eres
un bálsamo divino,
flor de inefable nombre,
flor del olvido.

Manuel González Prada

CAMPO


Tierra generosa que eres un canto,
tierra de sol y cielo enamorada,
tierra cultivada, color del campo,
tierra misteriosa, tierra en calma.

Suelo abierto en surcos parecidos,
granizo de semillas virginales,
brotes que germinan bendecidos,
lucero entregándose a raudales.

Suelo labrado que espera su riego,
ojos abiertos que guardan su cielo,
rumor de aves que remontan vuelo,
manos que trabajan con denuedo.

Aire omnipresente cual mi deseo,
corazón anhelante de senderos,
busca callada de la puerta abierta,
aromas sanos de la infancia tierna.

F. M.

CAMPOS DE MI PROVINCIA


Campos de mi provincia en el estío,
infinitos, monótonos, iguales,
carretadas de pastos naturales
más el alambre tenso de algún río.

Un monte a la distancia azul sombrío,
parches esmeraldinos de maizales,
molinos, parvas, silos, animales,
y luego el sol de la bandera y mío.

Hoy al cruzaros rumbo al mar de nuevo,
mi antiguo voto férvido renuevo:
¡estallad en mil granjas divididos!

Y guardadme el rincón más miserable
en que un sonoro álamo me hable
junto a los claros hijos ya crecidos.

Baldomero Fernández Moreno

EL FRESNO


Hoy del otoño de la vida mía
junto a la Riera del Cornet enteca
bajo un fresno gigante, me caía
la primera hoja seca.

Hoy ocho de septiembre, de María
fiesta natal, con fe ferviente, yo
vida nueva a la Virgen le pedía
cuando una hojita seca me cayó...

Miré del fresno de follaje claro
la rotunda admirable arquitectura
ese círculo amplísimo, y el raro
instinto de la esfera en su figura...

¿Cómo hizo a subir en línea recta
y supo cada rama abrir en dos
hasta hacer esta cúpula perfecta
y esta circunferencia para Dios?

No perfecta de humana simetría
mas de arte rudo y divinal certeza...
el hombre es quien creó la geometría
no es geométrica la naturaleza.

Perfecta no: su círculo es oblongo
y su esfera es ovoide y desigual
como un verso en que chirria un mal diptongo
o asonando, dos rimas están mal...

¿Cómo sabía cada hojita verde
hasta dónde crecer y allí pararse
para hacer, sin que nada no discuerde
un fresno fresno, y no una encina o arce?

(¿Cómo sabía cada hojita verde
-ésta es la estrofa mala-detenerse
para hacer, sin que nada no discuerde
un fresno, y no una encina o un alerce?)

El hombre hace un concepto, fija un modo
define un trozo de la realidad
el concepto está bien, pero no es todo:
será verdad, pero no es la Verdad.

Así yo, cien y mil veces mi vida
la considero y la reconsidero
lo que hicieron, lo que hice en la batida
y lo que dice de ella el vulgo huero.

Bajo el fraterno fresno, el cielo terso
y el sol, me henchía un judicial furor...
Me sentía de mí parcial y adverso:
presidente, abogado y delator.

Y bajo el peso de pasada pena
y peligro presente y litis tanta
la condenaba en la condena ajena
o bien la hacía demasiado santa;

y el dolor me rendía. Porque a veces
abrumado me rindo a la opinión
o el diablo urdiendo negros ajedreces
me enturbia malamente el corazón.

Fragilidad de la conciencia humana:
ni de nosotros lo sabemos todo
si nos condenan, tiembla y se amilana
y es porque siempre hay algo o mucho lodo.

Pero el fresno está allí. Por largos años
creció obediente a su inconsciente agel
no pasa el tiempo sin error o daños
y el fresno está torcido. Pero es él.

El tronco está dañado pero es tronco
-una hendidura en él cobija un nido-
quemó una rama entera un rayo bronco
hay todo un cuarto que creció torcido.

La cuarta rama estaba en sombra, que una
hermana fuerte le quitaba el sol
torcióse hacia la luz, y su fortuna
halló su puesto en amplio caracol.

No, no reniegues y haz como esa rama
oh llorón, que no sientes lo que dices
que sería acusar a Dios que te ama
renegar de tu tronco y tus raíces.

No rayo destructor ni nueva hechura
pidas hoy día a la celeste flor
pide en el hueco de tu herida dura
que haga su nido un nuevo ruiseñor.

De un árbol duro y nunca florecido
desde el cimborio de una rama hueca
hoy, otoño en Manresa, me ha caído
la primera hoja seca.

Otoño de mi vida. No habrá flores
ya. Ni da la vid flores. Pero ya
los racimos fatigan los alcores...
la vendimia de Dios no tardará.

Leonardo Castellani

CIUDAD SIN CAMPANAS


Ah, las campanas de antaño
cuando se echaban a vuelo!
Apagaban las estrellas
y encendían los luceros.

Qué se han hecho las campanas
pregoneras del silencio?

Ay, mi ciudad sin campanas
qué derrumbes verdaderos!

Miguel Angel Ferreira Liendo

lunes, 8 de febrero de 2010

LA ORACION


La oración es para nuestra alma lo que la lluvia para el campo. Abonad un campo cuanto os plazca; si falta la lluvia, de nada os servirá cuanto hayáis hecho. Así también, practicad cuantas buenas obras os parezcan bien; si no oráis debidamente y con frecuencia, nunca alcanzaréis vuestra salvación; pues la oración abre los ojos del alma, hácele sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad. El cristiano confía solamente en Dios, nada espera de sí mismo. Sí, por la oración es como perseveraron los justos.

Santo Cura de Ars

LOS OJOS EN EL CIELO

Es menester poner los ojos en el cielo cuando uno es herido sobre la tierra.


Federico Ozanam – Carta a Carlos Ozanam, enero 30 de 1842.

SANTIAGO DEL ESTERO


De la desierta y árida llanura
en la vasta extensión triste y callada,
apenas si el perfil de una lomada
corta el paisaje en afligente altura.

Largos macizos de espectral figura
custodian la quietud jamás turbada
de la estéril salina condenada
al silencio mortal de su blancura.

A las veces, también, con rudo brío
lame y asalta la incipiente cuesta
el derrame benéfico de un río.

Después, devoto de sus dioses lares,
el pueblo oficia patriarcal sus siesta
al frescor de los bosques seculares.

Diego Fernández Espiro

ALMAFUERTE

VIDAS DE MUERTOS: ALMAFUERTE

“La mayoría de sus cronistas dicen que fue un cristiano primitivo. De ser así habría que renegar del primitivismo. Afirmar que Almafuerte era un cristiano es una verdadera infamia. Almafuerte no tuvo nunca el mínimum de religiosidad necesario para ser hombre. Fue un sentimental y por eso se le creyó religioso. Pudo ser lo primero, porque eso no cuesta nada; pero no pudo ser lo segundo, porque era un gato. Tuvo vida pero no supo aprovecharla; tuvo corazón y lo desperdició en alharacas en lugar de usarlo en corazonadas.
Se vistió de profeta para engañar a los hombres y fue el primer engañado. Desde el principio se juntó con gente de mal vivir y de mal pensar. En aquella vida aprendió la insolencia que le acompañó hasta la muerte y que les dejó después a sus discípulos.
Almafuerte tenía adentro la miserable confusión del mar y la prepotencia de las cosas monstruosamente inútiles. Su vida fue la de un pobre hombre con pretensiones de genio. Su muerte fue toda una posibilidad de descanso que Dios le daba.
(...) Almafuerte representó maravillosamente a su época. (Yo no tengo la culpa de que esta vulgaridad se aplique a todos los grandes malos poetas). Se hablaba entonces de las fuerzas de la naturaleza, de la savia fecunda y de la semilla de la idea, como siguen hablando, todavía, los dirigentes socialistas. Eran los días de los cuellos Mey y de las estrofas vibrantes, de los profetas que tomaban mate y de los poetas que creían en Cristo como un apóstol de la Democracia. Fue el poeta de la caridad proletaria y el maestro lleno de heroísmos patrióticos, aunque de puro protestador le gustaba pasar por anarquista.
Se creía parecido a Isaías, pero en vez de profeta resultaba un ventrílocuo.
(...) Murió en La Plata el 25 de febrero de 1917. Tal vez se haya salvado, porque a menudo a Dios le gusta emplearse a fondo.

Ignacio B. Anzoátegui


AMISTAD


“Si se trata de la felicidad en la vida presente, según dice Aristóteles, el hombre feliz necesita de los amigos, no para su utilidad, pues se basta a sí mismo; ni por el deleite, toda vez que lo tiene perfecto en la vida virtuosa; pero sí por la buena operación, esto es, para hacerles bien, y para gozarse en verlos disfrutar de sus beneficios, y para que cooperen con él en la práctica del bien. Porque el hombre para obrar bien ha menester de la cooperación de los amigos, lo mismo en el ejercicio de la vida activa que en los actos de la contemplativa”.

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-I, q. IV, 8.

SUEÑO DEL ATARDECER


Yo adoro un pueblo lejano
que acaso nunca he de ver,
con su caminito aldeano
fragante al atardecer.

Y una mañana de enero
iba mi alma a florecer,
como un rosal tempranero,
todos sus sueños de ayer.

Sueños, viejas ansias mías
-flores y melancolías-,
sueños que no han de volver.

Yo adoro un pueblo lejano
con un caminito aldeano
fragante al amanecer.

Rafael de Diego

sábado, 6 de febrero de 2010

SOBRE LOS FRESNOS


Sobre los fresnos reposados del invierno
un ave pasa
sin el acoso de su sombra
inclemente;
las hojas de este árbol
caen anunciadas
por el agónico dorado
que no miente;
y el silbo de un lejano tren
dibuja un horizonte
sobre mi muda empalizada
detrás de la cual
nunca más
he de verte.
El viento helado se llevó
los ojos que te había destinado,
y como un pájaro del aire
mi corazón
ha renunciado
a buscar el calor de un nido
entre tus ramas
displicentes.
Más allá de las nubes del verano
como he venido,
con alas de este tormento
me he alejado,
como caen las hojas del fresno,
sin hacer ruido.

F. M.

A LOS ANDES


Llevadles a los niños que los vean.
Haced que se ennoblezcan de montaña
Yo, que soy montañés sé lo que vale
La amistad de la piedra para el alma.
La virtud en los montes se humaniza,
Cual toma buen olor la hierba amarga
Y en la pálida fuerza de los mármoles
Por los cascos de hielo anticipada
Abre en la libertad de su belleza
Ojos mejores para ver la Patria.

Leopoldo Lugones

BOSQUE


“Había tal solemnidad en el bosque que imaginaciones grandiosas y bellas se apoderaban por sí solas del sensible paseante. ¡Qué feliz me hacían el dulce silencio y la tranquilidad del bosque! De vez en cuando, algún débil ruido del exterior penetraba en la amable soledad y atractiva oscuridad, por ejemplo un golpe, un silbido o un rumor cuyo lejano eco aumentaba aún más la falta de rumores reinante, que yo respiraba a placer y cuyo efecto bebía y sorbía en toda regla. Aquí y allá, en medio de toda esa quietud y toda esa calma, un pájaro dejaba oír su alegre voz desde su atractivo y sagrado escondite. Yo me detenía y escuchaba, y de repente se apoderó de mí un inefable sentimiento del mundo y una sensación de gratitud, unida a él, que brotaba del alma con violencia. Los abetos se alzaban rectos como columnas, y nada se movía lo más mínimo en el amplio y delicado bosque, por el que toda clase de inaudibles voces parecían cruzar y resonar. Los sonidos del mundo primitivo llegaron, no sé de dónde, hasta mi oído”.

Robert Walser – El paseo

NIÑOS




“Una de las cosas más lindas de mirar que hay en la creación son los niños: son seres confortantes y milagrosos. Son seres de asombro. Aunque parezca mentira, todos los niños son cosas nuevas, de lo más nuevo que existe; y como el intelecto tiene la propiedad de asombrarse de lo nuevo, son de las cosas más asombrosas que hay. (Son bastante fastidiosos también a veces; pero es por eso mismo). No hay dos iguales, cada uno difiere de los otros; y no sólo de los otros que van en el mismo coche, sino de todos los que han vivido y vivirán en el futuro, si el mundo no se acaba. Cuando se hacen grandes se vuelven iguales, y se los puede estudiar entonces con las retículas del caracterólogo. Se sientan en un café y dicen las mismas cosas. Se van a confesar y hacen los mismos pecados. Desean y buscan las mismas macanas: plata, mujeres, honores, comodidades. Pero el niño es nuevo, simple, original e imprevisible. Toda la creación se vuelve a crear de nuevo en él. Las madres saben esto”




P. Castellani – “Las ideas de mi tío el cura".

NIÑOS





Tratamos con respeto a los niños porque atisbamos la trascendencia en lo que son y en lo que hacen, cosa que no sentimos respecto a los adultos. La misma pequeñez de los niños hace posible que les miremos como si fueran prodigios maravillosos. Nos da la impresión de que estamos tratando con una raza nueva que sólo se puede ver con microscopio. Al contemplar vidas tan humanas y sin embargo tan pequeñas, sentimos como si nosotros mismos nos hubiéramos inflado hasta alcanzar dimensiones vergonzosas. Sentimos hacia esas criaturas el mismo tipo de obligación que podría sentir una divinidad si hubiera creado algo que no pudiera entender. Tal vez su aspecto gracioso es el vínculo más atractivo de todos los que mantienen unido al mundo.




G. K. Chesterton

LAS CALLES

Las calles de Buenos Aires
ya son mi entraña.
No las ávidas calles,
incómodas de turba y de ajetreo,
sino las calles desganadas del barrio,
casi invisibles de habituales,
enternecidas de penumbra y de ocaso
y aquellas más afuera
ajenas de árboles piadosos
donde austeras casitas apenas se aventuran,
abrumadas por inmortales distancias,
a perderse en la honda visión
de cielo y de llanura.
Son para el solitario una promesa
porque millares de almas singulares las pueblan,
únicas ante Dios y en el tiempo
y sin duda preciosas.
Hacia el Oeste, el Norte y el Sur
se han desplegado –y son también la patria- las calles:
ojalá en los versos que trazo
estén esas banderas.

Jorge Luis Borges

FLOR ESCONDIDA


Florcita roja, flor pequeñita,
escondida en un rincón del valle,
te dejas ver sólo por quien no grita,
si quiero verte es mejor que calle.
Florcita roja, flor que se descubre
por un sendero desconocido,
acaso no sabré nunca tu nombre,
de ti me acordaré cuando me haya ido.

F. M.

ROSITA DE LA MALEZA



Un niño ve una rosita,
rosita de la maleza,
muy juvenil y lozana;
por verla se precipita,
extasiado la contempla.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
Dice el niño: He de cortarte,
rosita de la maleza.
Dice luego la rosita:
Te clavaré mis espinas,
y yo no sufriré penas.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
Y corta el loco pillete
la rosa de la maleza.
La rosita grita, hiere,
mas sus ayes nada pueden,
y se resigna por fuerza.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.

J. W. Goethe
(Traducción de Ángel J. Battistessa)

COSMESIS


Porque la flor te obedece
por eso la flor es bella,
porque obedecen la estrella
brilla y el sol amanece.
Mi libertad resplandece
cuando la inmolo en tu altar,
pues a la gloria de amar
obediente mi albedrío
libre, corre como el río
libre, que corre a la mar.

Carlos A. Sáenz







LA REVOLUCION DEL MUNDO MODERNO Y EL CAMPO



“De Bonald (1753-1840), uno de los mejores críticos de la Revolución Francesa, a la que conoció de cerca, estimaba que la consecuencia más decisiva de dicha revolución fue el nacimiento de la sociedad industrial urbana opuesta a la antigua sociedad agraria. “Es con la esperanza de tomar algún día a su cargo esta población superabundante de las ciudades –dice- que un partido en Europa fomenta el desarrollo exagerado de la industria, con la seguridad de dar trabajo a esos brazos desocupados en el taller inmenso de la industria revolucionaria...,pues para destruir todos sirven”. Como escribe el P. Alfredo Sáenz, “el revolucionario no conoce sino una ciencia, la de la destrucción”. Según de Bonald, la oposición entre el agricultor y el industrial reside en el hecho de que “la familia agrícola es sedentaria, en cambio la familia industrial es móvil”; “la primera espera todo de Dios, la otra recibe todo del hombre”.

Guillermo Gueydan de Roussel – El sentido humano y cristiano del campo, “El verbo y el Anticristo”, Ediciones Gladius, 1993.

EL HOMBRE QUE HABITA EL CAMPO



Ya desde la Antigüedad, el hombre que habita el campo siempre ha sido considerado como un privilegiado. Varios emperadores romanos se honraban de cultivar su quinta. Cicerón decía que ninguna profesión era superior a la del agricultor, ninguna era más fecunda, más agradable y más digna de un hombre libre. Sin embargo, nadie como el Cristianismo ha celebrado las virtudes el campesino y las ventajas espirituales de la vida agraria. Par el apóstol Santiago, el labrador es un modelo de paciencia: “Mirad –dice- cómo el labrador, con la esperanza de recoger el precioso fruto de la tierra, aguarda con paciencia las lluvias tempranas y las tardías” (Sant. 5,7). El ejercita una especie de reflejo de las tres virtudes teologales: la fe, confiando generosamente las semillas a la tierra, la esperanza, en la expectación de que germinen, y la caridad, dando gracias al Señor que es quien da el crecimiento, como dice San Pablo (cf. I Cor. 3,7). “Con razón –escribe San Agustín- creemos que el cultivo de las plantas y de los árboles ha sido la ocupación del primer hombre en este jardín de delicias donde fue creado. Pues ¿qué hay más inocente que este trabajo para los que tienen tiempo de ocuparse de él, o más capaz de elevar hacia Dios el espíritu de los que poseen una luz suficiente para profundizar todas las maravillas veladas en el curso ordinario de la naturaleza?”.

Guillermo Gueydan de Roussel – El sentido humano y cristiano del campo, “El verbo y el Anticristo”, Ediciones Gladius, 1993.

Palabra de Dios

Pues no hay árbol sano que dé frutos podridos, ni hay a la inversa, árbol podrido que dé frutos sanos. Porque cada árbol se conoce por el fruto que da; no se recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas. El hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; mas el hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla de lo que rebosa en el corazón.

Lc. 6, 43-45.