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miércoles, 6 de julio de 2016
jueves, 13 de mayo de 2010
TRATADO SOBRE LA MUERTE

¿Para qué pedimos (en el Padrenuestro) que “venga a nosotros el reino de los cielos”, si tanto nos deleita la cautividad terrena? Si el mundo odia al cristiano, ¿por qué amas tú al que te odia, y no sigues más bien a Cristo, que te ha redimido y te ama?...Debemos pensar y meditar, hermanos muy amados, que hemos renunciado al mundo (ya desde el bautismo) y que, mientras vivimos en él, somos como extranjeros y peregrinos. Deseemos con ardor aquel día en que se nos asignará nuestro propio domicilio..El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraíso.
San Cipriano, “Tratado sobre la muerte”
San Cipriano, “Tratado sobre la muerte”
domingo, 6 de diciembre de 2009
REQUIEM

REQUIEM
Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero,
pero al caer quiero haceros un ruego.
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador.
Robert Louis Stevenson
(Traducción de Javier Marías)
EL QUE NO SABE MORIR

EL QUE NO SABE MORIR
El que no sabe morir mientras vive,
es vano loco:
morir cada hora su poco
es el modo de vivir.
Vivir es apercibir el alma,
para tener la vida muerta al placer
y muerta al mundo, de suerte,
que, cuando llegue la muerte
le quede poco que hacer.
Igual que el sol hay que ser
que, con su llama encendida,
va, acabando y renaciendo
de tantas muertes, tejiendo
la corona de su vida.
Por eso busco el sufrir,
para, como el sol decir
que de la muerte recibo
nueva vida y que si vivo,
vivo de tanto morir.
José María Pemán
PARA ENTONCES

PARA ENTONCES
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo;
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: “soy tuya”,
¡aunque sepamos bien que nos traiciona!
Manuel Gutiérrez Najera
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo;
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: “soy tuya”,
¡aunque sepamos bien que nos traiciona!
Manuel Gutiérrez Najera
¡SEA ASI MI PARTIDA!

MARGARITÆ SORORI
Una tardía alondra en el cielo tranquilo
gorjea, y del poniente,
donde el sol, concluida su tarea diaria,
se demora gozoso,
cae sobre la ciudad, vieja y grisácea,
un aura luminosa y serena,
una radiante paz.
El humo asciende
en bruma rosa y oro. Sus espirales
destellan y varían. En el valle
se alzan las sombras. Aún canta la alondra.
Dada su bendición,
el sol se hunde, y el aire oscurecido
tiembla al sentir el triunfo de la noche:
la noche, con su séquito de estrellas
y su gran don del sueño.
¡Sea así mi partida!
Cumplido mi trabajo al fin de la jornada,
cobrado mi salario y cantando en mi pecho
una alondra tardía,
permitid que me acoja al ocaso tranquilo,
el crepúsculo espléndido y sereno,
la Muerte.
William Ernest Henley
(Traducción de Santiago R. Santerbás)
Una tardía alondra en el cielo tranquilo
gorjea, y del poniente,
donde el sol, concluida su tarea diaria,
se demora gozoso,
cae sobre la ciudad, vieja y grisácea,
un aura luminosa y serena,
una radiante paz.
El humo asciende
en bruma rosa y oro. Sus espirales
destellan y varían. En el valle
se alzan las sombras. Aún canta la alondra.
Dada su bendición,
el sol se hunde, y el aire oscurecido
tiembla al sentir el triunfo de la noche:
la noche, con su séquito de estrellas
y su gran don del sueño.
¡Sea así mi partida!
Cumplido mi trabajo al fin de la jornada,
cobrado mi salario y cantando en mi pecho
una alondra tardía,
permitid que me acoja al ocaso tranquilo,
el crepúsculo espléndido y sereno,
la Muerte.
William Ernest Henley
(Traducción de Santiago R. Santerbás)
SI LA MUERTE ACABA CON MI VIDA

SI LA MUERTE ACABA CON MI VIDA
Si la muerte acaba con mi vida
no te enojes con quien me hace un servicio,
pues vencida ha de hacer ese oficio
encomendándole Dios la partida.
No te aneguen crasas lamentaciones
pues a Dios tu desconsuelo no alcanza,
antes bien gime sí con esperanza
entonando piadosas oraciones.
Ofrece por las almas que se han ido
el Santo Sacrificio de la Misa
alzando el corazón que está abatido,
recordando que a quien voló del nido
con su amor el Señor lo inmuniza
de los males, la muerte y el olvido.
F. M.
Si la muerte acaba con mi vida
no te enojes con quien me hace un servicio,
pues vencida ha de hacer ese oficio
encomendándole Dios la partida.
No te aneguen crasas lamentaciones
pues a Dios tu desconsuelo no alcanza,
antes bien gime sí con esperanza
entonando piadosas oraciones.
Ofrece por las almas que se han ido
el Santo Sacrificio de la Misa
alzando el corazón que está abatido,
recordando que a quien voló del nido
con su amor el Señor lo inmuniza
de los males, la muerte y el olvido.
F. M.
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