“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

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jueves, 11 de febrero de 2010

BOTANICA FUNERARIA



Simbólica de la humildad

Si lo severo y lo solemne tienen su manifestación natural en la Botánica funeraria por medio de los árboles y plantaciones de cierta elevación especialmente rectilíneas (como las coníferas, los bojes, etc.), lo humilde se manifiesta en el Cementerio por medio de la yerba y de las florecitas.
El mundo de lo pequeño, el mundo de lo humilde, es si cabe en la Botánica funeraria de tanta importancia como el mundo de lo grandioso y de lo severo, puesto que en la verdadera tendencia religiosa debe sacrificarse constantemente todo lo que puede conducir al espíritu de orgullo. Por esta razón debe prestarse atención preferente a las plantaciones bajas a fin de que no puedan confundirse estas en ningún caso con las plantaciones de hortaliza ni con las de un parque de recreo.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria


Simbólica de la fuerza

La fuerza relacionada con la permanencia de la vida y con la robustez de la fe puede representarse en el Campo Santo principalmente por medio de la encina y del roble.
Ni uno ni otro de estos árboles deberán excluirse de intento, puesto que la encina simbolizaba la duración y estaba consagrada en lo antiguo a Diu Piter, es decir, a Dios Padre, y el roble por analogía de formas alcanzaba también la categoría de árbol venerando y profético.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria

viernes, 11 de diciembre de 2009

LA PALMA




Era la palma uno de los emblemas predilectos de los primitivos Cristianos, y Santa Eulalia la ostenta en sus imágenes trayéndonos a la memoria bajo un aspecto poético las luchas religiosas del siglo IV. De Santa Clara nos dice la leyenda, que asistía a la procesión primaveral de las palmas, y que la suya verdeaba nuevamente en sus manos cuando todas las demás quedaban secas.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria

ARBOL MONUMENTAL




Por elevarse a mayor altura que los demás vegetales y por la elegancia correcta de su aspecto, ha merecido la palmera el nombre de árbol monumental. Un bosquecillo de palmeras en cuyo remate cimbrean la palmas, ora apiñadas entre sí, ora caídas a manera de abanico, forma el más bello espectáculo de la naturaleza en las regiones Asiáticas donde se encuentra el origen de la civilización humana.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria

LA PALMERA




El más elevado símbolo de la renovación de la savia en el mundo vegetal se ha considerado ser siempre la Palmera, la cual entre los antiguos llevaba el nombre de Fénix.
La Fenicia, tierra de palmas, debe a ellas su designación histórica.
(...) La figura del hombre tremolando una palma en la mano presenta un excelente tipo pictórico de gallardía, y por este motivo y por la simbólica especial que se atribuye a la renovación interna de la palmera, ha sido esta considerada como representación propia y natural de la victoria y del triunfo. La palma del guerrero es la victoria sobre la resistencia material de los hombres; la palma del Santo es la victoria sobre el espíritu del mal y el triunfo de la vida y de la recompensa eterna.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria

domingo, 6 de diciembre de 2009

EL CIPRES


El Ciprés como árbol típico de los Cementerios

El Ciprés por la indicación clara y palmaria de su eje imprime en el ánimo las ideas de severidad y de reposo, y señalando el cielo con su punta sirve de guía a las miradas para elevarse a la región de la luz en contraposición a la oscuridad de las tumbas. Su forma cónica, exenta de ramas esbeltas y elegantes, es grave, sin caer en la pesadez de la pirámide. Su color por ser verde y por ser negruzco, no menos que por ser perenne es el que mejor se aviene con la simbólica del colorido a que dejamos hecha referencia. Merced a estas cualidades ha sido siempre el árbol típico de los sepulcros, y no hay pueblo en la historia entre los que han poseído el ciprés que no le haya reconocido este carácter esencialmente funerario.
(...) Además de la simbólica del colorido, de la forma y de la permanencia, hay que atender pues a la representación que los vegetales pueden traer a la mente por causa de sus exhalaciones aromáticas.
En este punto queda siempre algo más vago y más convencional que en las demás manifestaciones del simbolismo; sin embargo, no es difícil observar que se aviene perfectamente con la vecindad de los sepulcros la fragancia que se desprende de ciertas yerbas o bien del ramaje de algunos árboles, y que esta fragancia, al revés de lo que sucede con el olor de ciertas flores, no lleva consigo excitaciones especiales del olfato, ni expone en consecuencia a recuerdos de la vida social relacionados con la agitación y con la lucha.
Tomando por apoyo este principio se ha notado que el ciprés reúne a las demás cualidades un olor característico que armoniza con su destino fúnebre. Es suavísima la fragancia que se exhala del ciprés, y San Bernardo, siempre poético en sus conceptos, la comparaba en el mundo moral,
con la buena reputación del hombre contemplativo.

Celestino Barallat y Falguera – Principios de botánica funeraria,1885. Editorial Alta Fulla, Barcelona, 1984.