“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

miércoles, 13 de abril de 2011

DAME, SEÑOR...



“Dame, Señor, que cuando el alba bella


el cielo azul de blancas nubes orne,


tu cruz yo abrace, y me deleite en ella,


y con su ilustre púrpura me adorne;


y cuando la más linda y clara estrella


a dar su nueva luz al aire torne,


mi alma halle el árbol de la vida,


y a ti, su fruto saludable, asida.”




“Y cuando el sol por la sublime cumbre


en medio esté de su veloz carrera,


La santa luz, con su divina lumbre


más ardiente que el sol, mi pecho hiera;


y al tiempo que la noche más se encumbre


con negras plumas en la cuarta esfera,


yo a los pies de tu cruz, devoto y sabio


tus llagas bese con humilde labio.”




“Cuando el sueño a los ojos importante


los cierre, allí tu cruz se me presente,


y cuando a la vigilia me levante,


ella tu dulce cruz me represente:


cuando me vista, vista el rutilante


ornato de cruz resplandeciente,


y moje, cuando coma, en tu costado


el primero y el último bocado.”




“Cuando estudie en el arte soberana


de tu cruz, la lección humilde aprenda;


y en ese pecho, que dulzura mana,


tu amor sabroso y tierno comprehenda;


y toda gloria me parezca vana,


si no es la que en tu cruz ame y aprenda;


y el más rico tesoro, gran pobreza,


y el deleite mayor suma vileza.”




Fray Diego de Hojeda



(tomado de La Cristiada)


ECLIPSE DE SOL EN LA MUERTE DEL REDENTOR




Estaba el sol entonces coronado


De largas puntas de diamantes finos,


Y, en medio de su curso levantado,


Los montes abrasaban Palestinos.


Miguel, viendo a su Dios crucificado,


Desnudo ante los bárbaros indignos.


Con hidalga vergüenza y noble celo


Baja del cielo empíreo al cuarto cielo:



Y a los fuertes caballos rutilantes


Que echaban fuego por las bocas de oro,


Las ruedas volteando coruscantes


Que dan al mundo nuevo gran tesoro;


Los encendidos frenos radiantes,


Sin guardar al planeta más decoro,


Asía con la una mano valerosa,


Y con otra la maquina espantosa.



Y el carro así parado, alzó los ojos


Al sol, que con mil ojos le miraba,


Y fulminando por la vista enojos.


El fin de sus intentos aguardaba:


Abriendo, pues, Miguel sus labios rojos,


Con voz le dijo resonante y brava,


Increpando al planeta excelsamente,


Porque daba su luz resplandeciente:



"¿Es posible inmortal, noble criatura,


Que miras a tu Dios en cruz desnudo,


Y ofreces luz a aquella gente dura


Que sin miedo en la cruz ponerlo pudo?


Cubra tu clara faz de noche oscura.


Con razón fiera y con verdad sañudo,


Desate el mundo así sus gruesas nieblas,


Y a su Creador conozca en tus tinieblas.



Dijo y el sol avergonzado luego,


Sus rayos en sí propios recogidos,


Negó su bella lumbre al mundo ciego


Por dejar a los hombres confundidos:


Espantóse el romano, admiró al griego,


Ambos en esta ciencia esclarecidos,


Ver un eclipse tal, y el crudo hebreo


Se quedó pertinaz en su deseo.



Fray Diego de Hojeda


(Gentileza de Aldo H. Delorenzi)



martes, 5 de abril de 2011

DELANTE DE LA CRUZ



Delante de la cruz, los ojos míos



quédenseme, Señor, así mirando,



y sin ellos quererlo, estén llorando,



porque pecaron mucho y están fríos.





Y estos labios que dicen mis desvíos,



quédenseme, Señor, así cantando,



y sin ellos quererlo estén rezando,



porque pecaron mucho y son impíos.





Y así con la mirada en Vos prendida,



y así con la palabra prisionera,



como la carne a vuestra Cruz asida



quédeseme, Señor, el alma entera;





Y así clavada en vuestra Cruz mi vida,



Señor, así, cuando queráis me muera.





Rafael Sánchez Mazas



MUJER DE HOY


Hubo tiempos de goces y de fiestas.


Nuestros sueños, cual nobles madreselvas


florecían de gloria en las albercas.


Hubo tiempos de goces y de fiestas.


Cuando apenas bastaban unos niños


y un esposo, y un fuego, y unas cestas.


Se escandían sutiles variaciones


tras las núbiles rejas.


Como alondras jugaban las labores


en las fúlgidas siestas.


Y en los patios crecían los helechos


cuidados por sus dueñas.


Hubo tiempos de goces y de fiestas.



Hoy nos dicen que hollemos los hogares


escanciando la ausencia.


Nos hablan de lo inútil que fue todo


en tiempos de la abuela.


Pregonan oficinas y talleres


razón e independencia.



Y sin embargo


hubo tiempos de goces y de fiestas.


Hoy caminas tediosa por tu casa


que se te hace una celda


y eres un raro huésped que suspira


por fábulas secretas.



A ti te hablo, mujer de mi ribera.


Recuerda que el misterio está en las llamas


que arden cuando regresas.


Cuando arrullan los tordos


y cantan las sirenas.



No escuches más los salmos


de esa música ciega


que te arrastra muy lejos de tu nido


y te miente en la oferta.



Hay un hueco en tus brazos insepultos


donde orillan las venas.


Llénalo con un niño sonrosado


de piel caliente y lágrimas de seda.



Porque en un tiempo, esto era una fiesta.



Crecerán lentamente en tu piel las adelfas


y los ángeles buenos te hilarán acederas.



Ángeles santos, ángeles de la acequia:


por la mujer de hoy alcen un ruego


y ténganla despierta.




Amelia Urrutibeheity




EL CHARQUITO



Hundido en la peña


Más sola y más dura,


El charquito sueña


Con la estrella pura.



En callado vuelo,


Su limpia mirada


Busca por el cielo


La luz de su amada.



Con el alma entera


Perdida en la altura,


El charquito espera


Que se ponga obscura.



Cuando en él anida


La estrella soñada,


Su agüita llovida


Parece llorada.




FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ