“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

lunes, 20 de diciembre de 2010

EL ESTABLO


EL ESTABLO

Quiso nacer en las casas

De los hombres, por amor:

Los hombres estaban ciegos

Y le dijeron que no.

Recorrió todas las puertas,

Pero ninguna se abrió.

Los pechos, también cerrados,

No tenían compasión.

Señor:

En un establo es mejor.

Llamó con mano cansada

En la puerta del mesón,

Pero allí no había sitio

Para que naciera Dios.

Recorrió todo Belén

Sin hallar un corazón

Que le hiciera un lugarcito

Para nacer por amor.

Señor:

En un establo es mejor.

Pero las bestias humildes

Reconocieron su voz,

Y en el establo le dieron

Abrigo y consolación.

Y entre el buey agradecido

Y el asno lleno de amor,

Para salvar a los hombres

Pudo nacer el Señor.

Señor:

En un establo es mejor.

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ

lunes, 6 de diciembre de 2010

8 de Diciembre - INMACULADA CONCEPCION


Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, Celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón,
mírame con compasión
no me dejes madre mía.

Tú eres el huerto cerrado,
la hermosa fuente sellada,
en donde no tuvo entrada,
ni la sombra del pecado.
Así lo hubo decretado
la Augusta Trina Asamblea
que al formarte te hermosea,
con tales gracias y tantas,
que al mismo Creador encantas,
pues todo un Dios se recrea.

Soberana emperatriz,
señora de cielo y tierra,
cuya planta al diablo aterra
y le pisa la cerviz.
Sólo Tú fuiste feliz
y pura en tu concepción,
por la gloriosa excepción
de la culpa original;
madre pía, sin igual,
mírame con compasión.

¡Oh, Templo de Salomón!
¡Oh, Arca del Testamento!
¡Del cielo nuevo ornamento
y de la tierra blasón!
No desdeñes mi oración,
muéstrate conmigo pía
y en mi postrera agonía
cuando el infernal dragón
intente mi perdición
no me dejes, madre mía.

(Glosa popular, fragmento).

viernes, 3 de diciembre de 2010

SONETO A MOZART

1791 - 5 de Diciembre - 2010

Aniversario de la muerte de Wolfgang Amadeus Mozart




Dáme asilo en tu reino compasivo,
Príncipe de cristal y de azucena,
Pues vengo fatigado y tengo pena,
Porque soy de la tierra y estoy vivo.

Hazme un sitio de paz en la serena
Soledad de tu mundo sensitivo
Para olvidar que el tiempo fugitivo
Todavía me agobia y me encadena.

Déjame descansar con toda el alma
Desvanecida en luminosa calma
Junto al río de amor de tu armonía,

Escuchando el afán del agua pura
Por infundirle voz a mi alegría
Y silencio sin fin a mi amargura.


FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ

SONETO GRABADO EN EL TRONCO DE UN ARBOL



Aquel afán de ser, árbol amigo,
Que me dejó grabado en tu corteza
Fue tan grande y de tal naturaleza
Que mientras vivas viviré contigo;

Pues hasta cuando el tiempo, su enemigo,
Me haya borrado de tu fortaleza,
Y estén muertas la mano y la cabeza
Que me han dejado aquí, como testigo,

Aquel afán de vida que me inflama
Subirá con tu savia confundido
Y, en un último esfuerzo de su ardor,

Se asomará al temblor de cada rama,
Al sagrado calor de cada nido
Y al silencio feliz de cada flor.


FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ

sábado, 2 de octubre de 2010

EL RECHAZADO


EL RECHAZADO

No saben los hombres de qué forma los he amado,
por eso me dan la espalda como a un rechazado.

Por amor dejé clavaran mis brazos a la cruz,
mis brazos que abarcan al mundo para darle luz.

Mi sangre vertí para limpiarlos de pecados,
para pagar vuestras culpas me he desangrado.

Por amor a los hombres enseñé el camino,
para vencer a la muerte, dueña del destino.

No saben los hombres de qué forma los he amado,
mi corazón les he dado hasta ser perforado.

Los insultos y el odio llagaron mis oídos,
la indiferencia me dejó cruelmente caído.

Nadie piensa en mí, soy para ellos olvido,
el recuerdo de que el mal con dolor es rendido.

Hablan de amor y paz, se llenan de palabras,
para perderse mejor desoyen mi Palabra.

No saben los hombres de qué forma los he amado,
por ellos siendo un Dios me he anonadado.

Manso y humilde los espero en la Eucaristía,
por amor quiero unirme para darles mi vida.

Pero pocos se acercan a recibir mi amor,
perdidos en el mundo de la sucia pasión.

Muchos que dicen creer en mí me menosprecian,
tratándome con desdén y con irreverencia.

No saben los hombres de qué forma los he amado,
a mi Madre Santa por amor les he dejado.

Pero ni a Ella respetan del odio que tienen,
a todo lo que es santo o que del cielo viene.

Les envié con mi Padre al Espíritu Santo,
pero ustedes no escuchan consejos, ¡saben tanto!

Viví en la pobreza para darles ejemplo,
mas buscan avarientos riquezas todo el tiempo.

No saben los hombres de qué forma los he amado,
y por no saberlo hoy están desesperados.

Les molesta mi imagen en el crucifijo,
quizá porque les recuerdo que Yo soy el Hijo.

El Hijo de un Padre que resiste a los soberbios,
y que ama a los humildes, pobres y pequeños.

Saben está en Mí el Camino, la Verdad y el Bien,
mas el que ama las tinieblas se resiste a ver.

No saben los hombres de qué forma los he amado,
ni que es invencible el Amor de un Rechazado.


F.M.

miércoles, 11 de agosto de 2010

EPITAFIO


“Todavía un poco de tiempo
y entonces se ha ganado.
Y toda la disputa
se reduce a nada.
Entonces podré descansar
en la sala de las rosas
y eternamente, sin cesar,
hablar con Jesús”.

Versos del poeta H. A. Brorson grabados, siguiendo sus indicaciones,
sobre la tumba de Sören Kierkegaard.

PRELUDIO AL SILENCIO

No gastes al tuntún más estampillas
-aquí llamadas sellos-
ni tinta papel pluma sobre y fósforo
oh amador del silencio.
No gastes tu literatura
con quien no entras en entendimiento.
A los que oír no quieren no les grites
ni discutas con los que tienen miedo
de la verdad, que la verdad es cosa
tan escasa y valiosa en estos
bienaventurados
tiempos
que no hay que desperdiciarla
con los a ella poco abiertos
con los que no la hambrean día y noche
con fauces de silencio
con los que no sabían
-ni sabrán-
que tenías corazón en el pecho
déjalos
el mundo es grande y Dios es nuevo.

Leonardo Castellani – 8 de agosto de 1948.

MORIR NO HABRA YA NUNCA



¡Pobre alma, oh centro de mi tierra que peca!
Urgida por rebeldes poderes que te asedian,
¿a qué extenuarte dentro y sufrir privaciones,
para pintar tus muros con tu suntuosa gloria?

Siendo breve el arriendo, ¿porqué dispendias tanto
en tan rica pompa por mansión tan ruinosa?
¿Acaso los gusanos, herederos del lujo,
devorarán tu hacienda? ¿Es éste el fin del cuerpo?

Entonces, alma, vive a expensas de tu siervo,
déjalo quebrantarse para aumentar tu acopio;
compra lapsos divinos, vendiendo horas de herrumbre,
Nútrete por dentro, por fuera deja el gozo.

Te nutrirás de Muerte, que se nutre de hombres,
Y una vez Muerte muerta, morir no habrá ya nunca.

William Shakespeare – Soneto 146

LA PUERTA DE LA VIDA



“Agranda la puerta padre
porque no puedo pasar,
la hiciste para los niños
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar”.

Miguel de Unamuno, “Cancionero”.

CRIATURA QUE NACERAS

Criatura que nacerás en nuestro suelo argentino,
desde ya le pido a Dios que vele por tu destino.

Que cuentes con un hogar que te reciba al nacer,
formado por el amor de un varón y una mujer.

Por el amor conyugal, por el dulce amor fecundo
que es el ámbito mejor para ingresar a este mundo.

Le pido a Dios por tu suerte, criatura que va a llegar,
le pido por el entorno que tu cuna ha de rodear.

Que encuentres esa ternura que sólo brinda una madre
y la sobria fortaleza que caracteriza a un padre.

Mezcla de índoles diversas, inherentes a los sexos,
con sus rasgos principales y sus detalles conexos.

Tu madre conformará con bondad tu corazón
y tu padre fijará los rumbos de tu razón.

De tu madre aprenderás los secretos del amor
y de tu padre las reglas del respeto y el honor.

Por ella conocerás los horrores de la guerra,
mas por él vas a saber que has de defender tu tierra.

Padre y madre te darán, con su acción complementaria,
para transitar tu vida la formación necesaria.

Tu madre te llevará por primera vez al templo
y en tu padre encontrarás la docencia del ejemplo.

Bendita diversidad, armónica y concordante,
que te han querido quitar, llevándote por delante.

Que te han querido quitar sin siquiera consultarte,
criatura, que en este intento no has tenido arte ni parte.

Te quieren arrebatar el derecho de tener
a un hombre que sea tu padre, como madre a una mujer.

Según está establecido por el orden natural
y conforme a lo admitido desde tiempo inmemorial.

Pidamos al cielo, entonces, que eso no vaya a ocurrir,
pidamos por tu ventura, criatura que va a venir.

Criatura que nacerás en nuestro suelo argentino,
desde ya le pido a Dios que vele por tu destino.

Juan Luis Gallardo, 13 de julio de 2010.

SERVIDOR


“Sólo el papel de servidor es suficientemente grande para el hombre. ¡Dios nos dé, pues, hombres de genio suficientemente ambiciosos para olvidarse, suficientemente grandes para ser humildes, suficientemente humildes para ser grandes; hombres que restituyan a las cosas su majestad perdida!”

Ernest Hello – “La convención, la fantasía y el orden”, en “El hombre. La vida-la ciencia-el arte”

EL CIELO DE LOS NIÑOS

“El Paseo” de Robert Walser
EL CIELO DE LOS NIÑOS


¿Es un detrito de romanticismo lo que turbó la vida y el camino del paseante Robert Walser? En todo caso, si, debido a una formación no católica, no dio en conocer la lucha contra el mal teológico, la enfermedad del hombre y su origen, es su gran mérito y salvación no haber deseado ninguna clase de poder, no haber llevado una vida manipuladora o “táctica”, no haberse envanecido ni desear acomodarse entre los oropeles del mundo, haber deseado ser antes pequeño que grande. ¿Hay cobardía en esas bajas miras, o hay humildad, hay incapacidad personal o enfermedad, hay irresponsabilidad o virtud? Hay en su relato “El Paseo” no sólo un poeta, sino un niño agradecido y a la vez triste, feliz cuando escribe y ama, pero infeliz en el fondo por no ser correspondido en la misma medida. “El Paseo” es una de las mejores respuestas para las preguntas que se han planteado, una respuesta nada enfática pero clara y segura para quien se adentre en él acompañando a su autor.

“Si tú, querido, ponderado lector, te tomas la molestia de avanzar minuciosamente con el escritor e inventor de estas líneas por el luminoso y amable mundo matinal”: Sencillez la suya que se horroriza ante la “burda jactancia” y cualquier rasgo de ostentación vulgar y ruin, como el escaparate de una panadería. Walser desea la “antigua sobriedad”: “al diablo con el ansia miserable de parecer más de lo que se es”. Walser quiere ser y parecer lo que es, como el pan. De allí su indignación ante una panadería ostentosa y estrafalaria.

“Por lo demás, en lo que respecta al aspecto señorial y el gesto soberano enseguida me daré a mí mismo un repaso, como pronto se apreciará. Ya se verá de qué modo. No estaría bien criticar a otros sin compasión y querer tratarme a mí mismo con delicadeza y tan cuidadosamente como sea posible. Un crítico que tal hace no es auténtico, y los escritores no deben abusar de la escritura”. Agrega una última frase al párrafo para disminuir el aire sentencioso –pero justo- de lo que acaba de decir mediante la ironía: “Espero que esta frase guste en general, despierte satisfacción y halle cálido aplauso”.

Un pensamiento que a W. – o al paseante- le viene al mirar cómo juegan unos niños: “Los niños son celestiales porque siempre están como en una especie de cielo” (y el auténtico poeta, decimos nosotros, así está mientras escribe, por eso no es verdadero poeta quien no ve estas cosas, no lo es quien no ama a los niños, quien especula sobre cuestiones de poder, como...El lector ponga el nombre que conozca y prefiera). “Cuando se hacen mayores y crecen se les escapa el cielo, y caen desde la infancia a la seca y calculadora esencia y a las aburridas concepciones de los adultos” (“calculadora” es la palabra exacta para designar la mentalidad anti-poética y anti-cristiana).

“Amo el reposo y todo lo que reposa”, nos dice quien seguramente hubiera despreciado el cine, porque no reposa nunca y lo somete a uno a una duración que no es la propia para observar las cosas. “Amo el ahorro y la moderación y soy contrario en el nombre de Dios en lo más hondo de mi ser a toda prisa y todo atosigamiento”, y sigue esto que los tiempos que vivimos ya no comprenden ni comprenderán: “Es divinamente hermoso y bueno, sencillo y antiquísimo, ir a pie. Suponiendo que zapatos y botas estén en condiciones”. Desde luego, esto puede decirse en lugares y tiempos donde eso era posible (Suiza 90 años atrás), no en este desdichada y modernísima urbe donde uno no puede sino sentirse permanentemente desterrado, por permisión de Dios.

Pero W. no es nostalgioso ni busca ser verosimilista, es decir, exacto. Antes bien, mete por ahí un personaje estrafalario y fantástico (un gigante) que parece desarticular ese encantador paseo; es como si el carácter oscuro y trágico y cruel e la vida se le mezclara a W. a pesar de todo, como si esa paz con que sale al encuentro de las cosas en el pueblo y la campaña nunca pudiera ser completa.

Los mejores pasajes, en nuestra sencilla opinión, se refieren al refugio proporcionado por el bosque, donde llega a encontrarse un alma que se nos muestra plena de gratitud:
“El suelo del bosque y el del camino eran como una alfombra, y en el interior del bosque reinaba el silencio como en un alma humana feliz, como en el interior de un templo, como en un palacio y en castillos de cuento hechizados y soñados, como en el castillo de la bella Durmiente, donde todo duerme y calla desde hace cientos de largos años. Me adentré más en él, y quizá me adorne [otro gesto de humor para disminuir el sesgo emocional de su confesión y evitar la solemnidad abrumadora en el lector] demasiado si digo que me sentía como un príncipe de dorados cabellos, con el cuerpo recubierto de guerrera armadura. Había tal solemnidad en el bosque que imaginaciones grandiosas y bellas se apoderaban por sí solas del sensible paseante. ¡Qué feliz me hacían el dulce silencio y la tranquilidad del bosque! De vez en cuando, algún débil ruido del exterior penetraba en la amable soledad y atractiva oscuridad, por ejemplo un golpe, un silbido o un rumor cuyo lejano eco aumentaba aun más la falta de rumores reinante, que yo respiraba a placer y cuyo efecto bebía y sorbía en toda regla. Aquí y allá, en medio de toda esa quietud y toda esa calma, un pájaro dejaba oír su alegre voz desde su atractivo y sagrado escondite. Yo me detenía y escuchaba, y de repente se apoderó de mí un inefable sentimiento del mundo y una sensación de gratitud, unida a él, que brotaba del alma con violencia. Los abetos se alzaban rectos como columnas, y nada se movía lo más mínimo en el amplio y delicado bosque, por el que toda clase de inaudibles voces parecían cruzar y resonar. Los sonidos del mundo primitivo llegaron, no sé de dónde, hasta mi oído. “Oh, con gusto, si ha de ser, quiero acabar y morir. Un recuerdo me hará feliz aun en la tumba, y una gratitud me animará en la Muerte; una acción de gracias por los goces, por la alegría, por el éxtasis; una acción de gracias por la vida y una alegría por la alegría”. Se oyó un ligero susurro que bajaba siseando desde las copas de los abetos. “Amar y besar tendría que ser divino aquí”, me dije. Los pasos descalzos en el suelo agradable se volvieron placer, y el silencio encendía oraciones en el alma sintiente. “Estar muerto aquí, y ser enterrado sin llamar la atención en la fresca tierra del bosque, tendría que ser dulce. ¡Ah, si se pudiera sentir y gozar de la Muerte en la Muerte! Quizá es así. Sería hermoso tener en el bosque una tumba pequeña y tranquila. Quizá oyera el canto de los pájaros y el susurrar del bosque sobre mí. Lo desearía”. Espléndida, una columna de rayos de sol cayó en el bosque entre troncos de encina, pareciéndome una verde y amable sepultura. Pronto volví a salir al aire luminoso y a la vida”.
Hermosa y necesaria última línea. W. encontraba amable hasta a la muerte, ¿sería por eso que no tenía lugar en el mundo? Buscaba ese lugar que era la Iglesia sin saberlo, y encontró su refugio en el gran templo del bosque, y luego en el asilo psiquiátrico, refugio del mundo devenido en infierno. Presentimiento de la muerte como verdadera vida.

Luego, el paseante despacha una carta, “justiciera” y vindicativa, por la cual pone fin a una relación laboral o “económica”, arrepintiéndose luego de tan desafiante y poco modesta misiva, aunque luego entiende que aquello no causará tanto alboroto en quien lo reciba:

“Muy señor mío:
Este peculiar tratamiento podrá darle la certeza de que el remitente le muestra absoluta frialdad. Sé que no es de esperar respeto por mí de usted y de los que son como usted; porque usted, y los que son como usted, tienen una desmedida opinión de sí mismos, que les impide comportarse con inteligencia y consideración. Sé con certeza que usted forma parte de esas gentes que se creen grandes por ser irrespetuosos y descorteses, que se creen poderosas porque disfrutan de protección. Y que se creen sabias porque se le ocurre la palabrita “sabio”. La gente como usted se atreve a ser dura, descarada, grosera y violenta frente a la pobreza y frente a la desprotección. La gente como usted posee la extraordinaria sabiduría de creer que es necesario estar en lo más alto en todo, poseer un gran peso en todas partes y triunfar a todas las horas del día. La gente como usted no se da cuenta de que eso es necio, de que no entra dentro de lo posible ni puede ser deseable”. Agrega tras la carta W: “Ahora que la había confiado al correo para su transporte y entrega, casi me arrepentía de esta carta de bandolero, que casi quería parecerme perjudicial; porque nada menos que a una persona de influencia y mando le había anunciado de modo tan ideal, provocando encarnizado estado de guerra, la ruptura de relaciones diplomáticas; o mejor: económicas”.
Más adelante, ante el fisco, el paseante se ve obligado a hacer una declaración que es toda una confesión del mismo W. y de muchos más, como que podemos suscribirla:
“Naturalmente, en mí no se puede apreciar ni hallar rastro de cualquier acumulación patrimonial. Constato esto muy a pesar mío, sin por otra parte desesperarme ni llorar ante el lamentable hecho. Me las voy arreglado, como suele decirse. No practico lujo alguno; eso puede usted verlo con sólo mirarme. La comida que como puede calificarse de suficiente y escasa. Se le habrá ocurrido creer que soy dueño y administrador de múltiples ingresos; pero me veo obligado a salir cortés, pero decididamente al paso de esta creencia y de todas estas sospechas y decir la sencilla y desnuda verdad, y esta es en todo caso que estoy libre de riquezas, pero en cambio cargado de toda clase de pobreza, de lo que tendrá la bondad de tomar nota. Los domingos no me puedo dejar ver en la calle, porque no tengo ropa de domingo. En lo que respecta a vida sólida y ahorrativa, recuerdo a un ratón de campo. Un gorrión tiene más expectativas de convertirse en acomodado que el presente informante y contribuyente. He escrito libros que por desgracia no han gustado al público, y las consecuencias de ello son angustiosas. No dudo ni por un momento de que usted lo apreciará y en consecuencia entenderá mi situación financiera. No poseo posición ni prestigio social; eso es claro como el sol. Obligaciones para con un hombre como yo no parece haber ninguna. El vivo interés por las bellas letras se da de manera en extremo escasa, y la crítica implacable que todo el mundo cree poder ejercer y cultivar sobre nuestra obre constituye otra fuerte causa de daño y frena como una zapata la realización de cualquier modesto bienestar. Sin duda hay bondadosos benefactores y amables benefactoras que me apoyan del modo más noble de vez en cuando, pero un donativo no es un ingreso, y un apoyo no es un patrimonio. Por todas estas razones, elocuentes y sin duda convincentes, mi estimado señor, quisiera solicitarle que prescinda de todo aumento de impuestos como el que me ha anunciado, y tengo que rogarle, cuando no conminarle a ello, que estime mi capacidad de pago tan bajo como sea posible.
El señor director o señor tasador dijo:
-¡Pero siempre se le ve paseando!
-Pasear –respondí yo- me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema en verso o prosa. Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada. Sin pasear y recibir informes no podría tampoco rendir informe alguno ni redactar el más mínimo artículo, y no digamos toda una novela corta. (...) De imágenes y vivas poesías, de hechizos y bellezas naturales bullen a menudo los lindos paseos, por cortos que sean. Naturaleza y costumbres se abren atractivas y encantadoras a los sentidos y ojos del paseante atento, que desde luego tiene que pasear no con los ojos bajos, sino abiertos y despejados, si ha de brotar en él el hermoso sentido y el sereno y noble pensamiento del paseo. Piense cómo el poeta ha de empobrecerse y fracasar de forma lamentable si la hermosa naturaleza maternal y paternal e infantil no le refresca una y otra vez con la fuente de lo bueno y de lo hermoso. Piense cómo para el poeta la instrucción y la sagrada y dorada enseñanza que obtiene ahí fuera, al juguetón aire libre, son una y otra vez de la mayor importancia. Sin el paseo y sin la contemplación de la naturaleza a él vinculada, sin esa indagación tan agradable como llena de advertencias, me siento como perdido y lo estoy de hecho. Con supremo cariño y atención ha de estudiar y contemplar el que pasea la más pequeña de las cosas vivas, ya sea un niño, un perro, un mosquito, una mariposa, un gorrión, un gusano, una flor, un hombre, una casa, un árbol, un arbusto, un caracol, un rostro, una nube, una montaña, una hoja o tan sólo un pobre y desechado trozo de papel de escribir, en el que quizá un buen escolar ha escrito sus primeras e inconexas letras. Las cosas más elevadas y las más bajas, las más serias y las más graciosas, le son por igual queridas y bellas y valiosas. No puede llevar consigo ninguna clase de sensible amor propio y sensibilidad. Su cuidadosa mirada tiene que vagar y deslizarse por doquier, desinteresada y carente de egoísmo; tiene que ser siempre capaz de disolverse en la observación y percepción de las cosas, y ha de postergarse, menospreciarse y olvidarse de sí mismo, sus quejas, necesidades, carencias, privaciones, como el bravo, servicial y dispuesto al sacrificio soldado en campaña. De otro modo, pasea tan sólo con media atención y medio espíritu, y eso no vale nada. Tiene que ser en todo momento de compasión, de identificación y de entusiasmo, y ojalá que lo sea. Tiene que alzarse a elevado arrebato y hundirse y saber descender a la más profunda y mínima contrariedad, y probablemente sale. Pero ese fiel y entregado disolverse y perderse en los objetos y ese celoso amor por todas las manifestaciones y cosas lo hacen feliz, como todo cumplimiento de obligación hace feliz y rico en lo más íntimo a quien tiene una obligación que cumplir. Espíritu, entrega y fidelidad lo satisfacen y elevan sobre su propia e insignificante persona de paseante, que con demasiada frecuencia tiene reputación y mala fama de vagabundeo e inútil pérdida de tiempo”.
He ahí un manifiesto sobre la poesía y los poetas, poeta que lo es en la medida en que descubre la poesía en lo que lo rodea, y sobre la forma y predisposición del crítico a la hora de leer y juzgar la obra. Se trata de saber contemplar, y para ello uno debe antes despojarse del propio vano interés.
Continúan en este librito páginas que son pura poesía, prosa de una expresión gentil y profunda y luminosa como tarde de verano lejos de la gran ciudad. No es W. un esteta, sino en el fondo un alma religiosa que camina impelido por una necesidad ineludible por senderos laterales. De algún modo es un pintor que escribe y que desea eternizar lo que ve con sentido admirativo y respetuoso. Actitudes impensables hoy en día.
Dice Kierkegaard que “un poeta, por lo general, es una excepción”, y que éste representa ”el tránsito hacia las auténticas excepciones aristocráticas, esto es, las religiosas”. Careciente de la religión, W. se refugió de la marea del mundo moderno que empezaba a triunfar en todas partes, en la poesía que le suscitaban los bosques alpinos de su pequeña Suiza y, más tarde, los alrededores de la clínica psiquiátrica que lo albergó durante sus últimos veintitrés años. Enajenado como Van Gogh, precisamente por carecer del centro unificador e inmóvil del catolicismo, en una sociedad protestante incapaz de darle cobijo, errabundo y ermitaño, pobre invariablemente, tironeado entre el paseo romántico y la búsqueda de precisión y concisión, quiso extender ese cielo de los niños que se pierde en esta vida para recuperarlo en la otra. Esa nostalgia que acompaña la obra pequeña de Walser es el misterio que custodian hasta el fin los artistas verdaderos.


HOMBRE

Cabe un árbol entero en una hoja.
Hay todo un bosque oculto en la semilla.
En un carozo de hombre un Dios se aloja.
Y la verdad sublime es la sencilla.

Por eso es grande el hombre que se humilla.
Y humilde el hombre, cuando se despoja.
Y se alegra en su lecho de gramilla.
Y bendice la lluvia que lo moja.

Cuando no tiene a nadie que lo acoja
pero tiene al que obró la maravilla
de hacer caber la dicha en la congoja

y puede hacer caber en la escudilla
que su mano amasó de arcilla roja,
el pan que con sudor cobró en la trilla.


P. Horacio Bojorge


HIMNO DE COMPLETAS


HIMNO DE COMPLETAS
(Contemplación)


Ya acalla su susurro la colmena.
Ya la última abeja
se echa a dormir sobre el panal de oro.
Tras su jornada plena
de fatigas sin queja
y de trabajo en coro,
emprende el vuelo hacia la flor serena
del sueño; y a él se deja
en quieta libación de su tesoro.

Se acomoda la tórtola en su rama.
Mientras la luz se oculta
después que el sol se ha puesto,
en la altura del pino arma su cama
y su plumón abulta
contra un horcón enhiesto,
doblando su cabeza bajo el ala.

Pitipía un chingolo en el follaje.
Despierto entre dos luces
y a punto de quedarse ya dormido,
paga, camino al sueño, su peaje,
antes de irse de bruces
sobre el tibio reclamo de su nido.

Pía ave. Pío himno de completas
que aún no se da, a su sueño, por vencido.
En intervalos, lento, compagina,
sus tonadas discretas.
Y le arrulla la mar en el oído
su lejano, final “Salve Regina”
pautado con recónditas, secretas,
gregorianas cadencias que ha aprendido
de esta nocturna paz benedictina.

P. Horacio Bojorge

LA TORRE


Auque tuviera plenitud de fe como para
trasladar montañas, si no tengo caridad,
nada soy.

San Pablo
Primera Epístola a los Corintios


Huyendo del mundo,
de sus tentaciones,
ladrillo a ladrillo,
construyó su torre.

Cuando estuvo lista
trasladó su cofre.
Se llevó sus libros
y sus oraciones.

Dijo adiós a todos.
Se encerró una noche
(la llave por dentro
por las tentaciones).

Lejos del mundano
bullicio, en su torre,
se entregó de lleno
a sus devociones.

Pasó muchos años
solo, desde entonces.
Los demás, afuera.
Y el Amor ¿adónde?

Jorge Armando Dragone

DEBAJO DE UN ARBOL


“Si me encontrara bien, me iría a andar sola y me sentaría debajo de un árbol. Hay que aprender, hay que practicar el olvido de uno mismo”.

Katherine Mansfield, Diario.

NECESIDAD VITAL

“La indispensabilidad de las bellas artes, su necesidad vital para el hombre consiste ante todo en que mediante ellas permanece no olvidada y en marcha la contemplación de la Creación”.

Josef Pieper – El ocio y la vida intelectual.

jueves, 1 de julio de 2010

MUSICA

“El único fin y el único objetivo de toda música no es más que la alabanza de Dios y la recreación del alma. Cuando se pierde esto de vista, no puede haber verdaderamente música, sino solamente ruidos y gritos infernales”.

Johann Sebastian Bach.



“Ante la música tengo siempre sólo una sensación: me falta algo. Nunca me enteraré del fundamento de esta suave tristeza, nunca querré indagarlo. No deseo saberlo. No deseo saber todo.(...) Me duele la música. No sé si realmente la amo. Me toca, precisamente donde me encuentra. No la busco. Me dejo acariciar por ella. Pero esta caricia hiere. ¿Cómo decirlo? Música es un llanto en melodías, un recuerdo en notas, una pintura en sones. (...) Me falta algo cuando no escucho música, y si escucho música, entonces empieza realmente a faltarme algo. Esto es lo mejor que sé decir acerca de la música”.

Robert Walser, “Los papeles de Fritz Kocher”.



“Después de cenar, Natacha, a ruegos del príncipe Andrés, se sentó al clavecín y comenzó a cantar. El príncipe estaba cerca de la ventana, hablando con las señoras, y la escuchaba. Al final de una estrofa calló y escuchó. Impensadamente subieron a su garganta unos sollozos cuya culpabilidad no sospechó siquiera. Miró a Natacha, que cantaba, y en su alma aconteció algo nuevo y feliz. Estaba alegre y triste a la vez. No tenía ninguna razón para llorar, pero las lágrimas se escapaban de sus ojos. ¿Por qué? ¿Por su antiguo amor? ¿Por la pequeña Princesa? ¿Por sus ilusiones, por sus esperanzas...? Sí y no. Las lágrimas obedecían sobre todo a la contradicción violenta que, de pronto, había reconocido entre alguna cosa infinita, grande, que existía en él, y la materia, reducida, corporal, que era él e incluso ella. Esta contradicción lo entristecía y lo alegraba mientras ella cantaba”.

León Tolstoi, “La guerra y la paz”, Libro II, cap. 19.



“La música es expansiva, no por accidente, sino por naturaleza, y también por esencia. Su esencia es una expansión. Desde este punto de vista, tiene con las lágrimas una magnífica semejanza.
La música es una expansión, un desbordamiento, un transporte. Participa de la llama, ¡tiene algo del incienso, y su peso la eleva hacia el cielo! Ella tiene el amor como carácter y el gozo como patria. Su tristeza, que a veces es inmensa, no constituye excepción a esta última ley.
Los Salmos de la penitencia pueden cantarse, porque el dolor que expresan se desprende sobre un inmenso fondo de gozo. La tristeza implora la alegría, la presiona y la produce.
El Credo puede cantarse, porque no es solamente la exposición de una doctrina; también indica el motivo del gozo, proclama la Buena Nueva como realidad superesencial”.

Ernest Hello, “Hamlet en ópera”, El Siglo.



“La música ofrece al hombre un mundo desconocido que no tiene nada en común con el mundo material; un mundo en el cual se separa de todos los sentimientos provocados por hechos reales para entregarse incondicionalmente a lo irreal”.

E.T.A. Hoffmann



“El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”.

Oscar Wilde
“La paz de mi alma puede reflejarse en mi música y mi música puede dar paz al alma”.

Narciso Yepes



“La música es un arte particularmente difícil de entender y tiene innumerables connotaciones emocionales. Contiene muchos elementos y, dependiendo de sus combinaciones, tiene el poder de tranquilizar o de energizar, enaltecer o degradar y vulgarizar, acercarnos a la meditación o a la violencia. Es una potente fuerza tanto para el bien como para el mal”.

Dr. Howard Hansen

“El abuso de la música desequilibrada produce efectos desagradables...Cierta música moderna...puede provocar un desequilibrio en el sistema nervioso. En cambio, muchas son las personas que al oír buena música han podido comprobar sus efectos terapéuticos”.

Edgar Willems, “Las bases psicológicas de la educación musical”.


“Nunca creí en ese disparate llamado rock nacional. No existe. Es rock y punto.Creo que uno de los graves problemas de la música argentina es su carencia de identidad nacional. Hablo de esta época.Que se junten cuatro o cinco pibes en la casa de uno y empiecen a tocar caca me parece bárbaro. Son ciclos a cumplir, cuatro o cinco años. Pero si el resultado final, cuando son tipos grandes, es Soda Stereo o Charly García, estamos fritos”.

Astor Piazzolla, “A manera de memorias”.

miércoles, 9 de junio de 2010

CONSEJO Y DESPEDIDA


CONSEJO Y DESPEDIDA
que le da San Ignacio a San Francisco Javier antes de partir para las Indias. Incluido en El Divino Impaciente, poema dramático en verso.


JAVIER
(Arrodillándose ante el P. Ignacio)
Sólo quiero
que me déis, por despedida,
la bendición y el consejo.

P. IGNACIO
Yo te bendigo, Javier:
que Dios bendiga tus hechos.
(Pausa. Alza los ojos un instante al cielo)
A grandes empresas vas
y no hay peligro más cierto
que este de que, arrebatado
por el afán del suceso,
se te derrame por fuera
lo que debes guardar dentro.
La vida interior importa
más que los actos externos;
no hay obra que valga nada
si no es del amor reflejo.
La rosa quiere cogollo
donde se agarren sus pétalos.
Pídele a Dios cada día
oprobios y menosprecios,
que a la gloria, aun siendo gloria
por Cristo, le tengo miedo.
No te acuestes una noche
sin tener algún momento
meditación de la muerte
y el juicio, que a lo que entiendo,
dormir sobre la esperanza
de estos hondos pensamientos
importa más que tener
por almohada, piedra o leño.
Cada mañana tendrás
con la Señora, algún tierno
coloquio, donde le digas
esos dolores secretos
que a la Madre se le dicen
de modo más desenvuelto
que no al Padre, que por ser
el Padre, da más respeto.
Mézclame, de vez en cuando,
en el trabajo requiebros
y jaculatorias breves,
que lo perfuman de incienso.
Ni el rezo estorba al trabajo,
ni el trabajo estorba al rezo.
Trenzando juncos y mimbres
se pueden labrar, a un tiempo,
para la tierra un cestillo
y un rosario para el cielo.
Escríbeme, por menudo,
tus andanzas y sucesos:
ni los agrandes por vano,
ni los calles por modesto;
que de Dios serán las glorias
y tuyos solos los yerros
(Con honda emoción, poniendo
sus manos sobre la cabeza de Javier.)
Piensa que ya en esta vida
no volveremos a vernos.
Te emplazo para la gloria,
que para los dos la espero,
por la bondad del Señor,
que no por méritos nuestros.
Mientras tanto, Javier mío,
porque no nos separemos,
llévame en tu corazón,
que en mi corazón te llevo.

José María Pemán

LA GLORIA DE DIOS EN LA CREACION


Salmo 8 - La gloria de Dios en la Creación


¡Oh Dios, Señor nuestro,
cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Tú, cuya gloria cantan los cielos,
te has preparado la alabanza
de la boca de los pequeños y de los lactantes,
para confundir a tus enemigos
y hacer callar
al adversario y al perseguidor.

Cuando contemplo tus cielos,
hechura de tus dedos,
la luna y las estrellas
que Tú pusiste en su lugar...
¿Qué es el hombre para que Tú lo recuerdes,
o el hijo del hombre para que te ocupes de él?

Tú lo creaste poco inferior a Dios,
le ornaste de gloria y de honor.
Le diste poder sobre las obras de tus manos,
y todo lo pusiste bajo sus pies:
Las ovejas y los bueyes todos,
y aun las bestias salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar,
y cuanto surca las sendas del agua.

¡Oh Dios, Señor nuestro,
cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!

ASCENSION


“La técnica turística ha instalado hoy grandes teleféricos que permiten alcanzar, en pocos minutos y sin esfuerzo, algunas de las más elevadas cumbres. Sin embargo, creo que media entre la contemplación panorámica así alcanzada y la del que la ganó por su propio esfuerzo la misma diferencia que separa la fotografía de la realidad. El caminante que vence una alta cima se ha comprometido en la montaña, y la montaña, en cierto modo, se ha hecho suya. Se trata justamente de esas nociones complementarias de engagement (compromiso) y de apprivoisement (domesticación) a que me he referido. En la aventura de una ascensión de montaña, cada perspectiva ganada, cada nuevo plano de horizonte, cada riesgo y cada conquista, crea lazos vivos entre montaña y caminante hasta que, en el último esfuerzo, el viento impaciente de las cumbres rinde al contemplador esa especie de plenitud en que el panorama final se hace, más que contemplación pura, vivencia y aun creación personal.

Rafael Gambra – “El silencio de Dios”

jueves, 3 de junio de 2010

CORPUS CHRISTI


Adoro te devote, latens Deitas,

quae sub his figuris vere latitas:

tibi se cor meum totum subjicit,

quia te contemplans totum deficit.

jueves, 13 de mayo de 2010

NUESTRA SEÑORA DE FATIMA


Bendita sea la augusta Madre de Dios, la Santísima Virgen María.

Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción.

Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.

TRATADO SOBRE LA MUERTE


¿Para qué pedimos (en el Padrenuestro) que “venga a nosotros el reino de los cielos”, si tanto nos deleita la cautividad terrena? Si el mundo odia al cristiano, ¿por qué amas tú al que te odia, y no sigues más bien a Cristo, que te ha redimido y te ama?...Debemos pensar y meditar, hermanos muy amados, que hemos renunciado al mundo (ya desde el bautismo) y que, mientras vivimos en él, somos como extranjeros y peregrinos. Deseemos con ardor aquel día en que se nos asignará nuestro propio domicilio..El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraíso.

San Cipriano, “Tratado sobre la muerte”

SOCRATES


De los buenos aprenderás cosas buenas, pero si te mezclas con los malos, perderás hasta el entendimiento que tengas.

Jenofonte, “Recuerdos de Sócrates”

POESIA IMPURA

Poesía pura no es
Esta para quien comprenda
Todo cantor que hoy lo entienda
No hace poesía pura
Pues toda verdá de altura
No es verdá si no hay contienda.


Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro

CIUDAD MODERNA


La urbe moderna no es una ciudad, es una enfermedad.

Nicolás Gómez Dávila

LA VOZ DE DIOS

Traten ustedes, buenas personas, en su breve paso a través de la luz del día, de llegar a ver cuantos edificios, colinas y ríos, campos, libros, hombres, caballos, barcos y piedras preciosas puedan. O bien permanezcan en una aldea y cásense en ella y mueran allí. Porque uno de estos destinos es el mejor para todo hombre. O ser lo que he sido, un viajero con toda la amargura que conlleva, o quedarse en casa y oír la voz de Dios en el propio jardín.


Hilaire Belloc, On Something

martes, 13 de abril de 2010

EL ARBOL DE LA CRUZ


Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar ¡Señor Santo, Padre Todopoderoso y eterno Dios! Que pusiste la salvación del género humano en el árbol de la Cruz; para que, de donde se originó la muerte, de allí renaciera la vida, y para que, el (demonio) que venció en un árbol, en un árbol fuese también vencido, por Jesucristo Nuestro Señor.

(Prefacio de la Misa de la Institución de la Eucaristía)

CREO,SEÑOR

Creo, Señor, en la luz;
creo, Señor, en lo eterno;
creo que lo que Tú hiciste,
todo es hermoso y es bueno.

Creo en tu palabra, Señor;
creo en el Evangelio
y en la palabra del que ama
con un amor verdadero.

Mira mi Patria, Señor;
no abandones nuestro suelo;
quiero que un día mi tierra,
sea semejante a tu Cielo.

Creo, Señor, en tu Espíritu;
creo, Señor, en el fuego
que incendia el alma que, humilde,
en Ti encuentra su sosiego.

Creo, Señor, Uno y Trino,
que Tú eres Dios Verdadero;
que tu Cuerpo y Sangre entregas
a mi ser, como sustento.

Virgen mía, tu protección,
llene de flores mi suelo;
vence por fin al Dragón;
venga, de tu Hijo, su Reino.

Ángel Luis Miguel Salvat


lunes, 5 de abril de 2010

PASCUA DE RESURRECCION


Venid, pues, vosotros todos, los hombres que os halláis enfangados en el mal, recibid el perdón de vuestros pecados. Porque Yo soy vuestro perdón, soy la Pascua de salvación, soy el Cordero degollado por vosotros, soy vuestra agua lustral, vuestra vida, vuestra resurrección, vuestra luz, vuestra salvación y vuestro Rey. Puedo llevaros hasta la cumbre de los cielos, os resucitaré, os mostraré al Padre celestial, os haré resucitar con el poder de mi diestra.

(De una antigua homilía sobre la Pascua)



¡FELIZ Y SANTA PASCUA DE RESURRECCION!

viernes, 26 de marzo de 2010

VIA CRUCIS




Primera Estación

Jesús sentenciado a muerte.
No bastan sudor, desvelo,
cáliz, corona, flagelo,
todo un pueblo a escarnecerte.
Condenan tu cuerpo inerte,
manso Jesús de mi olvido,
a que, abierto y exprimido,
derrame toda su esencia.
Y a tan cobarde sentencia
prestas en silencio oído.
Y soy yo mismo quien dicto
esa sentencia villana.
De mis propios labios mana
ese negro veredicto.
Yo me declaro convicto.
Yo te negué con Simón.
Te vendí y te hice traición,
con Pilatos y con Judas.

Y aún mis culpas desanudas
y me brindas el perdón.


Segunda Estación

Jerusalén arde en fiestas.
Qué tremenda diversión
ver al Justo de Sión
cargar con la cruz a cuestas.
Sus espaldas curva, prestas
a tan sobrehumano exceso,
y, olvidándose del peso
que sobre su hombro gravita,
con caridad infinita
imprime en la cruz un beso.
Tú el suplicio y yo el regalo.
Yo la gloria y Tú la afrenta
abrazado a la violenta
carga de una cruz de palo.
Y así, sin un intervalo,
sin una pausa siquiera,
tal vivo mi vida entera
que por mí te has alistado
voluntario abanderado
de esa maciza bandera.


Tercera Estación

A tan bárbara congoja
y pesadumbre declinas,
y tus rodillas divinas
se hincan en la tierra roja.
Y no hay nadie que te acoja.
En vano un auxilio imploras.
Vibra en ráfagas sonoras
el látigo del blasfemo.
Y en un esfuerzo supremo
lentamente te incorporas.
Como el cordero que viera
Juan, el dulce evangelista,
así estás ante mi vista
tendido con tu bandera.
Tu mansedumbre a una fiera
venciera y humillaría.
Ya el Cordero se ofrecía
por el mundo y sus pecados.
Con mis pies atropellados
como a un estorbo le hería.

Cuarta Estación

Se ha abierto paso en las filas
una doliente Mujer.
Tu Madre te quiere ver
retratado en sus pupilas.
Lento, tu mirar destilas
y le hablas y la consuelas.
¡Cómo se rasgan las telas
de ese doble corazón!
¡Quién medirá la pasión
de esas dos almas gemelas!
¿Cuándo en el mundo se ha visto
tal escena de agonía?
Cristo llora por María.
María llora por Cristo.
¿Y yo, firme, lo resisto?
¿Mi alma ha de quedar ajena?
Nazareno, Nazarena,
dadme siquiera una poca
de esa doble pena loca,
que quiero penar mi pena.


Quinta Estación

Ya no es posible que siga
Jesús el arduo sendero.
Le rinde el plúmbeo madero.
Le acongoja la fatiga.
Mas la muchedumbre obliga
a que prosiga el cortejo.
Dure hasta el fin del festejo.
Y la muerte se detiene
ante Simón de Cirene,
que acude tardo y perplejo.
Pudiendo, Jesús, morir,
¿por qué apoyo solicitas?
Sin duda es que necesitas
vivir aún para sufrir.
Yo también quise vivir,
vivir siempre, vivir fuerte.
Y grité: -Aléjate, muerte.
Ven Tú, Jesús cireneo.
Ayúdame, que en ti creo
y aún es tiempo de ofenderte.


Sexta Estación

Fluye sangre de tus sienes
hasta cegarte los ojos.
Cubierto de hilillos rojos
el morado rostro tienes.
Y al contemplar cómo vienes,
una mujer se atraviesa,
te enjuga el rostro y te besa.
La llamaban la Verónica.
Y exacta tu faz agónica
en el lienzo queda impresa.
Si a imagen y semejanza
tuya, Señor, nos hiciste,
¡de tu imagen me reviste
firme a olvido y a mudanza.
Será mayor mi confianza
si en mi alma dejas la huella
de tu boca que nos sella
blancas promesas de paz,
de tu dolorida faz,
de tu mirada de estrella.


Séptima Estación

Largo es el camino y lento,
y el Cireneo se rinde.
Él se ha trazado una linde
en su oscuro pensamiento.
Mientras disputa violento,
deja que la cruz se hunda
total, maciza, profunda,
sobre aquel único hombro.
Y como un humano escombro
cae Jesús, por vez segunda.
¿Otra vez, Señor, en tierra,
abrazado a tu estandarte?
Ese insistente postrarte
¿qué oculto sentido encierra?
Mas ya te entiendo. En la guerra
por ti luchando, transido
caeré en tierra y malherido,
¿y no he de alzarme ya más?
Yo sé que Tú me darás
la mano, si te la pido.


Octava Estación

Qué vivo dolor aflige
a estas mujeres piadosas,
madres, hermanas, esposas,
sin culpa del crucifige.
Jesús a ellas se dirige.
Sus palabras, oídlas bien.
-Hijas de Jerusalén.
Llorad vuestro llanto, sí,
por vosotras, no por mí.
Por vuestros hijos también
Por nosotros mismos, cierto.
Pero ¿quién por ti no llora?
Haz que llore hora tras hora
por mi tibio y por ti yerto.
Riégame este estéril huerto.
Quiébrame esta torva frente.
Ábreme una vena ardiente
de dulce y amargo llanto,
y espanta de mí este espanto
de hallar cegada mi fuente.


Novena Estación

Ya caíste una, dos veces
la rota túnica pisas
y aún entre mofas y risas
tendido a mis pies te ofreces.
Yo no sé a quién me pareces,
a quién me aludes así.
No sé qué haces junto a mí,
derribado con tu leño.
Yo no sé si ha sido un sueño
O si es verdad que te vi.
Y yo caigo una, dos, tres,
y otra vez más, y otra, y tantas.
Siempre tus espaldas santas
me sirvieron de pavés.
Ahora siento bien cuál es
la razón de tus caídas.
Sí. Porque nuestras vencidas
almas no te tengan miedo
caes, oh humilde remedo,
y a abrazarte las convidas.


Décima Estación

Ya desnudan al que viste
a las rosas y a los lirios.
Martirio entre los martirios
y entre las tristezas triste.
Qué sonrojo te reviste,
cómo tu rostro demudas
ante aquellas manos crudas
que te arrancan los vestidos
de sangre y sudor teñidos
sobre tus carnes desnudas.
Bella lección de pudores
la que en este trance dictas,
tus candideces invictas
coloridas de rubores
Tú, que has teñido las flores
de tintas tan sonrosadas,
que en las castas alboradas
las nubes vistes de oro,
ay, devuélveme el tesoro
de mis flores marchitadas.

Undécima Estación

Por fin en la cruz te acuestas.
Te abren una y otra mano,
y un pie y otro soberano,
y a todo, manso, te prestas.
Luego entre Dimas y Gestas,
desencajado por crueles
distensiones de cordeles,
te clavan crucificado
y te punzan el costado
y te refrescan las hieles.
Y que esto llegue es preciso
y así todo se consuma,
y, a la carga que te abruma,
el cuello inclinas sumiso.
-Conmigo en el paraíso
serás hoy- al buen ladrón
prometes. Tierna lección
la de tus palabras ciertas.
Toma mis manos abiertas.
Tomas mis pies: tuyos son.


Duodécima Estación

Al pie de la cruz María
llora con la Magdalena,
y aquel a quien en la Cena
Sobre todos prefería.
Ya palmo a palmo se enfría
el dócil torso entreabierto.
Ya pende el cadáver yerto
como de la rama el fruto.
Cúbrete, cielo, de luto
porque ya la Vida ha muerto.
Profundo misterio. El Hijo
del Hombre, el que era la Luz
y la Vida muere en cruz,
en una cruz crucifijo.
Ya desde ahora te elijo
mi modelo en el estrecho
tránsito. Baja a mi lecho
el día que yo me muera,
y que mis manos de cera
te estrechen sobre mi pecho.


Penúltima Estación

He aquí helados, cristalinos
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, Madre mía, no llores.
Cómo lloraba María.
La llaman desde aquel día
la Virgen de los Dolores.
¿Quién fue el escultor que pudo
dar morbidez al marfil?
¿Quién apuró su buril
en el prodigio desnudo?
Yo, Madre mía, fui el rudo
artífice, fui el profano
que modelé con mi mano
ese triunfo de la muerte
sobre el cual tu piedad vierte
cálidas perlas en vano.


Última Estación


Fue José el primer varón
que a Jesús tomó en sus brazos,
y otro José en tiernos lazos
le estrecha de compasión.
Con grave, infinita unción
el sagrado cuerpo baja
y en un lienzo le amortaja.
Luego le da sepultura
y una piedra en la abertura
de la roca viva encaja.
Como póstuma jornada
de tu vía de amargura,
admiro en la sepultura
tu heroica carne sellada.
Señor, ya no queda nada
por hacer. Señor, permite
que humildemente te imite,
que contigo viva y muera,
y en luz no perecedera,
que como Tú resucite.


 Gerardo Diego