Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, Celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón,
mírame con compasión
no me dejes madre mía.
Tú eres el huerto cerrado,
la hermosa fuente sellada,
en donde no tuvo entrada,
ni la sombra del pecado.
Así lo hubo decretado
la Augusta Trina Asamblea
que al formarte te hermosea,
con tales gracias y tantas,
que al mismo Creador encantas,
pues todo un Dios se recrea.
Soberana emperatriz,
señora de cielo y tierra,
cuya planta al diablo aterra
y le pisa la cerviz.
Sólo Tú fuiste feliz
y pura en tu concepción,
por la gloriosa excepción
de la culpa original;
madre pía, sin igual,
mírame con compasión.
¡Oh, Templo de Salomón!
¡Oh, Arca del Testamento!
¡Del cielo nuevo ornamento
y de la tierra blasón!
No desdeñes mi oración,
muéstrate conmigo pía
y en mi postrera agonía
cuando el infernal dragón
intente mi perdición
no me dejes, madre mía.
(Glosa popular, fragmento).
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, Celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón,
mírame con compasión
no me dejes madre mía.
Tú eres el huerto cerrado,
la hermosa fuente sellada,
en donde no tuvo entrada,
ni la sombra del pecado.
Así lo hubo decretado
la Augusta Trina Asamblea
que al formarte te hermosea,
con tales gracias y tantas,
que al mismo Creador encantas,
pues todo un Dios se recrea.
Soberana emperatriz,
señora de cielo y tierra,
cuya planta al diablo aterra
y le pisa la cerviz.
Sólo Tú fuiste feliz
y pura en tu concepción,
por la gloriosa excepción
de la culpa original;
madre pía, sin igual,
mírame con compasión.
¡Oh, Templo de Salomón!
¡Oh, Arca del Testamento!
¡Del cielo nuevo ornamento
y de la tierra blasón!
No desdeñes mi oración,
muéstrate conmigo pía
y en mi postrera agonía
cuando el infernal dragón
intente mi perdición
no me dejes, madre mía.
(Glosa popular, fragmento).