“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

jueves, 23 de octubre de 2014

LOS ESCONDIDOS – JOHN HENRY NEWMAN


Ocultos están los santos de Dios;
No hay alto signo angélico que los atestigüe;
Ni vestes delicadas, ni imperiales
Cetros de oro que los señalen
Como ministros divinos.
No es suyo sino el aire sin dueño,
La hierba de la tierra madre,
Y el benévolo sonreír del sol;
Cristo erige su trono en el corazón secreto,
Lejos del mundo arrogante.

Ellos resplandecen en medio de la noche;
Nieblas heladas se arrastran enturbiando
El rayo del cielo;
La fama celebra el tiempo, la vieja historia
Amaña su luz remedando el día
En vano.
El aspecto grave, la voz fuerte y el poder
De la razón forjando su consabida senda.
Ciegos personajes! No nos ayudan a encontrar a Cristo
Y a su estirpe principesca.

Sin embargo, no están del todo ocultos
Para aquellos que procuran ver;
Bajo su empañado aparecer de tierra
Sin saberlo hacen brillar destellos
Que revelan su origen forjado en el cielo.
Mansedumbre, amor, paciencia, la serena
Confianza de la fe, y el alumbrado
Gozo del alma que dispone
La danza remansada
Del corazón que prueba su poder sobre sí mismo
En la hora del orgullo.

Estos son los pocos escogidos,
El fruto remanente de la gracia
Esparcida con largueza.
Dios siembra en el desierto
Para cosechar a quienes conociera
Entre la fría raza de los hombres;
Sabiendo de perversas voluntades
En su claro ver de tiempo
Y espacio sin fronteras
Espera, con la pobre respuesta a los tesoros
Regalados, llenar los tronos en el cielo.

¡Señor! ¿Quién puede sino Tú desentrañar
La contienda oscura entre el hechizo
Del pecado que esclaviza el alma
Y tu Espíritu afilado, que se apaga y que revive?
¿O quién puede decir
Por qué el sello del perdón se fija
Seguro en la frente de David,
Por qué cayeron Dimas y Saúl?
Oh, para que nuestros corazones frágiles
No se quiebren al templarse
Socórrenos por tu misericordia!


Horsepath    Septiembre de 1829

Traducción de Jorge N. Ferro