Delante de la cruz, los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo, estén llorando,
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando,
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en Vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra Cruz asida
quédeseme, Señor, el alma entera;
Y así clavada en vuestra Cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera.
Rafael Sánchez Mazas