“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

jueves, 11 de febrero de 2010

AMANECER

Escondido en un rincón
de mi cuarto hay un recuerdo,
estará en algún cajón
o dentro de algún cuaderno.

De vez en cuando lo encuentro
cuando me asalta una emoción,
como helada del invierno
que estremece mi corazón.

No se trata de una canción
que evoque un sentimiento,
no son palabras de amor,
sin decires me atormento.

Surge en algún momento
en que oculto como el sol
que no entra en mi aposento
me derrumba en mi sillón.

El silencio en mi habitación
parece el de un desierto,
aunque me llegue el rumor
de algún pájaro despierto.

Describir el desconcierto
encerrado en mi postración
es como dar un concierto
a quien no asistió a la función.

Palabras agrego al dolor
que me mantiene despierto,
en esas noches sin calor
ni luna en mi cielo yermo.

La nota cual grifo abierto
insiste en su ejecución,
pero algo en mi pensamiento
desea otra ablución.

Con el alba hace aparición
en mi cielo de tormento,
de mis labios una oración
que es en mi alma un ungüento.

Se diluye mi recuerdo
de amargura y frustración
al recordar que enfermo
más cerca tengo al Señor.

No sé cómo, desolación
te alejas con mi recuerdo,
como cambia la estación
y la flor sigue al invierno.

Será que miro a lo eterno
y no atiendo a simulación,
y me ofrezco todo entero
al corazón de mi buen Dios.

F. M.