La oración es para nuestra alma lo que la lluvia para el campo. Abonad un campo cuanto os plazca; si falta la lluvia, de nada os servirá cuanto hayáis hecho. Así también, practicad cuantas buenas obras os parezcan bien; si no oráis debidamente y con frecuencia, nunca alcanzaréis vuestra salvación; pues la oración abre los ojos del alma, hácele sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad. El cristiano confía solamente en Dios, nada espera de sí mismo. Sí, por la oración es como perseveraron los justos.
Santo Cura de Ars
Santo Cura de Ars