Un niño ve una rosita,
rosita de la maleza,
muy juvenil y lozana;
por verla se precipita,
extasiado la contempla.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
Dice el niño: He de cortarte,
rosita de la maleza.
Dice luego la rosita:
Te clavaré mis espinas,
y yo no sufriré penas.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
Y corta el loco pillete
la rosa de la maleza.
La rosita grita, hiere,
mas sus ayes nada pueden,
y se resigna por fuerza.
Rosita, rosita roja,
rosita de la maleza.
J. W. Goethe
(Traducción de Ángel J. Battistessa)