¡Oh Dios, Señor nuestro,
cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!
(Salmo 8, 2)
¡Cuán admirable! ¡Y cuán poco lo admiramos no obstante que Él ha derrochado magnificencia en la naturaleza. ¿Cuántos se detienen a admirar los crepúsculos o las estrellas, más sublimes que las montañas o el mar? Jesús fue profetizado con el nombre de Admirable (Is. 9,6). Y así se presentará, según San Pablo, cuando aparezca en gloria y majestad (IITes. 1,10) como en la Transfiguración (Marc. 9,1).
Mons. Straubinger