“Me gozo en las obras de tus manos”

Salmo 91, 5.

viernes, 11 de diciembre de 2009

VISION SOBRENATURAL DE LA NATURALEZA


En el Sermón de la Montaña, donde se exponen los fundamentos de la Ciudad de Dios y las consecuencias de su rechazo, Nuestro Señor nos recomienda abrir nuestros ojos sobre la creación: “Mirad las aves del cielo...Contemplad los lirios del campo” (Mt. 6,26 y 28). Todos los Santos, desde los Apóstoles hasta los grandes pensadores católicos, han seguido esta recomendación, contemplando con religiosa admiración los símbolos de las verdades teológicas que Dios ha esparcido en la naturaleza. Como dice San Pablo, “desde la creación del mundo, las perfecciones invisibles de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante sus obras visibles, merced al conocimiento que de ellos nos dan sus creaturas” (Rom. 1,20). “Abre tus ojos –dice San Buenaventura-, apresta el oído de tu alma, desliga tus labios, aplica tu corazón: todas las creaturas te harán ver, loar, amar, servir, glorificar y adorar a tu Dios”, y San Máximo de Turín: “Imita a las aves pequeñísimas que mañana y tarde dan gracias al Creador”. En su tratado “Del conocimiento de Dios y de sí mismo”, Bossuet incluyó un capítulo bajo el título de “Cómo la sabiduría de Dios aparece en los animales”. “Cada animal –escribe- está encargado de su representación”. Lo mismo se puede afirmar de las plantas. Por ejemplo Santa Catalina de Siena decía que “el árbol que hunde sus raíces en la tierra es la naturaleza divina unida a la tierra de nuestra humanidad”. Para San Agustín, el hombre muerto al pecado y unido a Jesucristo es semejante a “los árboles que el rigor del invierno ha despojado de todas sus hojas: parece que no tienen más vida, pero la conservan en sus raíces bajo la nieve y el hielo para revivir en la primavera”.


Guillermo Gueydan de Roussel – El sentido humano y cristiano del campo, “El Verbo y el Anticristo”, Ediciones Gladius, 1993.