Oh poeta, que le cantas a la lluvia
estando a bien cubierto,
tus palabras parecen calumnia
pues no saben valorar el gesto
sino en la comodidad sin flor
y sin espinas
de quien no sabe vivir enhiesto;
tú que escuchas la desperezada insistencia
de la lluvia allá afuera,
en la contrariedad que es el amor
de Dios que te ha dado el verbo,
no comprendes a la tierra sedienta
pues tu sed es sólo la punzada
de una confortable siesta;
y es la imagen dadivosa de la lluvia
la que cae del cielo para alzar tu pena
con tu confiada plegaria
si quisieras tenerla.
No sabes tú, poeta, penar como es debido
pues caes en el olvido
o en los recuerdos te anegas;
oh poeta, que le cantas a la lluvia
tristemente y sin la puerta abierta;
comprende de una vez que es Dios
el supremo e infalible Poeta.
F. M.