Flagrante tumulto de voces repetidas
emite ese refugio de verde dilatado,
sus ramas se entreveran con el viento y las vidas
de hombres que a la pampa entregan su recado.
Sin engreírse horada su raíz la tierra
y brinda al paisano del sol un haz de duelo;
sin despojarse a obedecer a Dios enseña:
para ir al cielo primero se ha de besar el suelo.
F. M.