alberga este cuerpo vencido,
naufragio al fin asumido
en la savia de mi vida.
La lluvia que hoy aletarga
de enfermos postergados
sin amores y postrados
esperanzas fatigadas.
No hay dolor imperturbable
como la lluvia que anega
lo que hay que aprender revela,
en humilde reciedumbre,
sobre toda incertidumbre
recuerda que Dios ordena.
F. M.