"Mi corazón en amarte eternamente se ocupe, y mi lengua en alabarte, Madre mía de Guadalupe. ¡Dueña mía, Señora, Reina Dueña de mi corazón, mi Virgencita!
Haz que nunca angustie yo con duda alguna tu rostro, tu corazón; que con todo gusto vaya siempre a poner por obra tu aliento, tu palabra, que de ninguna manera lo deje jamás hacer ni estime por molesto el camino. Amén."