Esto es admirable, inmortal instinto de lo bello que nos hace considerar la tierra y sus espectáculos como un compendio, una correspondencia del cielo. La sed insaciable de todo esto que está más allá y que la vida nos revela es la prueba más viva de nuestra inmortalidad. En la poesía y, al mismo tiempo, a través de la poesía, en la música, y al mismo tiempo, a través de la música, el alma entrevé los esplendores situados detrás de la tumba; y cuando una poesía exquisita nos hace brotar lágrimas de los ojos, estas lágrimas no son, probablemente, un exceso de gozo sino más bien, el testimonio de una melancolía irritada, una postulación de los nervios, una naturaleza exiliada en lo imperfecto y que querría posesionarse inmediatamente sobre esta misma tierra, de un paraíso revelado.
Charles Baudelaire